Lama Thubten Wangchen tenía cuatro años cuando China invadió el Tíbet. De noche, cruzó las montañas del Himalaya para huir de su país. "Fue muy difícil la huida pero las cosas pasadas no se tienen que recordar tanto". Este monje tibetano tuvo la suerte de estar once años con Dalai Lama. Ahora difunde su mensaje desde La Casa del Tíbet de Barcelona. Su principal consejo es que la gente debe pensar positivamente porque el optimismo, anima. No solo vivimos una crisis económica, también espiritual. Y es que "el desequilibrio entre lo material y lo espiritual hace que la gente esté más triste".

—¿El valor espiritual es esencial para aguantar 51 años viendo vulnerados los derechos humanos en su país?

—Gracias a la filosofía budista y al mensaje de Dalai Lama los tibetanos hemos podido aguantar sin perder la paciencia la ocupación de los chinos. Es verdad que nos valoramos mucho. En esta crisis económica, nadie se está preocupando de la crisis espiritual, de valores. No hay un equilibrio entre lo interior y lo exterior, por ello, hay más problemas.

—No solo es una crisis económica, también espiritual. ¿Qué consejos da a la sociedad?

—Esta crisis no es para siempre, hay que animarse. No solo hay que culpar a Zapatero. Todos los políticos y los economistas tienen que trabajar conjuntamente para salir de la mala coyuntura económica. Hay que intentar vivir con alegría. España vive bajo los efectos de la crisis pero nadie va a morir de hambre como ocurre en el tercer mundo, donde miles y miles de niños mueren de hambre y sed. ¿Qué podemos hacer? Unir esfuerzos y trabajar constructivamente. Criticar no ayuda tanto.

—Ante la falta de espiritualidad en Occidente, muchos se fijan en religiones orientales.

—Es una pena. El mensaje de Jesucristo es muy parecido al de Buda. Siglo tras siglo el cristianismo ha contribuido a que el mundo sea mejor pero ahora se está perdiendo el mensaje de Jesucristo. Solo queda la teoría, la práctica se pierde. El origen de todos los españoles es católico pero cada vez hay menos practicantes. Solo se piensa en Dios cuando surgen problemas. Las catedrales y las iglesias están vacías, pero los centros comerciales están llenos. Este desequilibrio entre lo material y lo espiritual provoca que la gente esté triste y nerviosa. Tienen el interior vacío.

—¿Cuál es la esencia del budismo?

—El pilar principal de la enseñanza de Buda es la bondad, tener buen corazón. Otro pilar es la compasión hacia todos los seres, un deseo fuerte de amor y de que tengan paz y felicidad. El tercer pilar es la sabiduría. Todos los conflictos mundiales han sido creados por la ignorancia de los humanos que se han equivocado.

—¿Cómo ayuda a sus compatriotas?

—Económicamente no podemos ayudar pero damos apoyo moral, animamos a los seis millones de tibetanos que viven en Tíbet. No estamos en contra de los chinos. Nuestra lucha es la verdad y nuestra arma es la no violencia. Nuestra manera de ayudar es dar a conocer la situación de nuestro país.

—51 años de invasión pero no pierden la esperanza.

—Ya llevamos 51 años de la invasión china pero la identidad tibetana no se ha perdido en el mundo. El principal interés del Gobierno chino es que se pierda la indentidad, la cultura y la religión tibetana pero fuera del Tíbet la identidad, la cultura y la religión tibetana está viva. Gracias al carisma, al mensaje y a la labor de Dalai Lama, la filosofía budista y nuestra cultura está llegando a Asia, América y Europa . Nuestra identidad no se va a perder, por esto, somos muy optimistas.

—¿Cuál es el secreto de este optimismo?

—No hay ningún secreto. Escuchando el mensaje de Dalai Lama todo tibetano está más vivo. Nuestro país nunca va a desaparecer. Pronto el Tíbet va a recuperar su libertad, no sabemos cuantos años pasarán, por ejemplo, India estuvo más de cien años bajo dominación inglesa y el camino pacífico de Gandhi logró la independencia. Dalai Lama es el Gandhi moderno que conseguirá la libertad del Tíbet. No pedimos la independencia, pedimos tener la libertad de usar nuestra lengua y de practicar nuestras creencias.

—Llegó a Barcelona en 1982, ¿cómo ha cambiado la sociedad?

—En estos 28 años, la gente ha dado un gran cambio, ha ido perdiendo los valores espirituales. Solo busca tener más pisos, más coches, más trabajo... La gente sigue igual pero es más infeliz. Antes la gente tenía menos cosas pero vivía con más paz.

—¿Está crisis nos servirá para retroceder?

—Ojalá que abra conciencias. Yo creo que servirá.

—¿Qué piensa de la controversia del sucesor de Dalai Lama que tachan de ser espía chino?

—Karmapa, como los grandes maestros, tiene muchos discípulos chinos, que ofrecen donativos. El Gobierno chino es comunista y no cree en nada pero hay muchos chinos que tienen hambre de espirualidad, por ello, muchos siguen el budismo. Al descubrir dinero chino en el monasterio, el Gobierno indio sospechó de que tuviera relación con el Gobierno chino. Pero Dalai Lama y el Gobierno tibetano en el exilio dieron todo tipo de explicaciones. Karmapa no tiene nada que ver con el Gobierno chino, ellos mismos lo reconocieron.