–Un directivo de banca gestionando la actividad en Cataluña y Balears ¡desde Palma!

–Sí, tiene mérito que Caixa Rural haya llegado a esta posición, sí.

–¿Pero dónde tiene Cajamar Caixa Rural más actividad, en Cataluña o en Balears?

–En Cataluña. Tres veces más. Por eso estamos tan satisfechos con la fusión. Cajamar es unas 50 veces más grande que Caixa Rural. Es una fusión por absorción en la que predomina Cajamar, pero con poder supervisar desde Palma el negocio Balears y de Cataluña multiplicamos nuestra influencia por cuatro. Y hoy con las tecnologías que hay, tienes que gestionar donde tienes el talento. No digo que yo lo tenga, pero en Palma existe.

–Ahora que se habla tanto de fusiones frías, ustedes completan una fusión bien caliente: por absorción y fulminante. En agosto se aprobó y el lunes tienen ustedes ya todo integrado. Parece imposible viendo la lentitud con la que avanzan las fusiones de cajas de ahorros. ¿Cuál es el truco?

–Por un lado influye que desde la política nadie nos ha puesto ningún problema. Al no ser una caja de ahorros y ser una cooperativa de crédito, quien manda son los socios, que apoyaron la operación con un 99% de los votos. Y luego lo ha facilitado todo que estábamos bien las dos partes de la fusión. No es lo mismo casar a tu hijo con la hija del vecino y que los dos estén bien, que hacerlo cuando uno está enfermo, el otro está arruinado y no sabe ni dónde se tiene que ir a vivir, si debajo de un puente o debe pedir hipoteca... Cuando las cosas están bien y las dos entidades ven que todo son ventajas, todo es mucho más fácil. No hemos tenido que discutir cuestiones como las que leo en los periódicos sobre otras fusiones: que si yo soy director general y ahora no lo seré, que si me nombras vicedirector... No nos preocupaba eso porque lo importante es el bien común, la viabilidad y proyección de la empresa. Y tampoco hemos tenido que discutir con los sindicatos: no hay ningún solape de oficinas.

–¿No cerrarán ninguna?

–No vamos a cerrar ninguna oficina. Los parámetros tras la fusión varían un poco: Cajamar va hacia una oficina con un mínimo de 30 millones de euros de volumen de negocio para llegar a un objetivo de 50 con cinco o seis empleados. Pero eso son los parámetros que guían el redimensionamiento de la red. Ahora bien, tenemos claro que somos una caja rural y que estamos muy pegados al territorio. Así que nuestra oficina de Son Carrió,donde tenemos una base de clientes muy fiel, histórica, seguirá allí: hay que estar a su lado dándoles el servicio que merecen.

–Ganan dimensión, ganan recursos: ¿Van a seguir apostando por el mismo perfil de cliente?

–Sí, sí. Seguimos apostando por las economías domésticas, el negocio agroalimentario y las pymes. Esas tres patas, sobre las que Caixa Rural ha asentado su crecimiento, son las mismas por las que apostaba Cajamar. Daremos financiación a las familias. También cuidaremos a las pymes: si quieres ser una entidad líder siempre podrás serlo más en una pequeña empresa que en una gigante, en la que tendrás una influencia marginal. Así en cambio gestionas el negocio de la pyme (la póliza, la hipoteca...) y estás en contacto con su entorno y creces con ella. Y nos interesa el sector agroalimentario, y aquí en Balears tenemos mucho recorrido y esperanzas puestas...

–Las cooperativas de crédito están viendo desde la distancia la catarsis que están sufriendo las cajas de ahorro. ¿Les tocará luego a ustedes también?

–En las cajas rurales había un proyecto de fusión fría nacional, pero renunciamos a esa posibilidad porque no avanzaba. No podíamos estar aprobando cada dos años un proyecto de fusión que no avanzaba, porque, oiga, el país no va muy bien y sigue empeorando de forma rápida. Así que dijimos: mejor agruparse entre dos que entre 72. Pero no creo que esto vaya a petar por las cajas o los bancos. El problema real no son las cajas o los bancos, es que el país está enfermo, y si está enfermo es difícil: puede romper por cualquier sitio. El balance de un banco es el espejo de la economía: si los clientes tienen trabajo pueden pedir hipotecas que pueden pagar y tienen capacidad de ahorro con la que se financia el crecimiento, pero si la gente no tiene trabajo no puede pagar su hipoteca y no puede ahorrar. Ahí está el gran problema.

-Pero llevamos así dos años, y aún se está cocinando para la próxima semana un decreto para nacionalizar las caja. ¿Llegamos tan tarde como parece?

–Tardísimo. Está claro. Pero, de verdad, insisto, no es un problema solo del sistema financiero: es un problema de un país que no funciona. Se aprobó un mecanismo que fue el FROB ya hace dos años, que nació como el vehículo de las entidades para reforzar su solvencia, pero en los dos primeros años no lo utilizó casi ninguna. Las entidades tienen problemas porque han acumulado muchísimo ladrillo vacío y han financiado muchísimo suelo y muchísima promoción que será difícil de poner en valor, por lo que difícilmente podrá salir de sus activos. Ese es el gran problema. Ese y la falta de transparencia de las entidades.

–El resultado es que seguimos sin crédito. Cajamar Caixa Rural, con la fusión completada, ¿está en condiciones de dar crédito?

–Sí. No tenemos problemas para dar créditos. Yo diría que no hemos denegado ninguna operación a ningún cliente que nos haya solicitado crédito, más que por falta de solvencia o de incapacidad de repago. Solo por eso. En nuestro caso no hay restricción general.

–Ya, ¿pero han endurecido las condiciones que hay que cumplir para obtener crédito?

–Bueno, lo que hemos hecho es lo que se debía haber hecho toda la vida: ser más estricto en las condiciones de solvencia a la hora de dar un crédito. Se evalúa más la capacidad de repago. Aquello de "me pide ochenta y la finca vale 120" no es suficiente. Es: "me pide ochenta, la finca vale 120 y gana ocho al año". Pues a lo mejor no lo puede pagar. "Gana 25 al año". Bien, lo puede pagar: tiene crédito.

–¿Volverá el crédito al sistema?

–Sin duda volverá. ¿Cuándo? No lo sé. Recuerdo hace tres años, cuando empezaba esta crisis largamente negada, que en el Círculo de Economía estábamos con la comisión de la crisis. ¿Hay crisis o no hay crisis? Fui el único que acertó. Dije: "No podemos hablar de cuándo acabará la crisis mientas no pongamos los remedios para atajarla". Y lo repito.¿Cuándo me voy a curar? Cuando entienda cuál es mi enfermedad y, en consecuencia, aplique el tratamiento adecuado. Y el tratamiento en este momento sigue sin ser adecuado. No se trata de tomar una aspirinita para ir tirando. Hay que ser serios y asumir los problemas.

–¿Y cree que el decreto que prepara el Gobierno es el adecuado para curar al sistema financiero?

–El Gobierno lo que hace con el decreto es, primero, adelantar Basilea III [un tratado internacional que exige más solvencia a la banca] al año 2011, por ser más papista que el papa. Dos: exige un nivel de core capital del 8%. Tres: si usted tiene dependencia del mercado superior al 20%, le voy a exigir el 10% de core capital [Cajamar Caixa Rural supera con holgura el 14%, al que solo llega una caja de ahorros, la vasca BBK]. Y por último: le doy plazo hasta septiembre o le nacionalizo. Que está todo bien, no digo que no, pero oiga, pasar del 8 al 10% de core capital ¡es elevar un 25% la solvencia! Y eso para una entidad con problemas de solvencia a la que solo le das ocho meses parece difícil, ¿no?

–Parece que el Gobierno tiene ganas de intervenir.

–Pues que intervenga ya. Para que la gente lo entienda: ese ratio del 8% significa 8 arriba en el numerador, cien abajo en el denominador. Y si la caja de ahorros no puede captar capital, no puede elevar su numerador, porque el mercado está cerrado, ¿qué tiene que hacer? Pues reducir el denominador, reducir los activos, para que con el mismo volumen de capital básico salga una solvencia superior. ¿Pero eso dónde impacta? Las entidades tendrán que vender activos, tendrán que desinvertir. Y cuando alguien vaya a pedirles un crédito van a decir que no, porque estarían aumentando activo. También tendrán que vender o malvender lo que tengan: préstamos, oficinas, cartera industrial. Y todas hacen algo parecido por lo que hay un aluvión extraordinario de ventas de activos, desde ladrillo hasta participaciones industriales.

–Así que todo devaluado.

–Claro: todo devaluado. Hace tiempo que lo manifiesto: como no podemos devaluar la moneda porque estamos en el euro pero mi país se ha devaluado, habrá que empezar a depreciar los activos que tenemos. Todo: llámese salarios, viviendas... lo que sea.

–Bueno, entonces correcto: el decreto fuerza una devaluación acorde a la que usted defiende.

–Sí, pero igual se fuerza de una forma exagerada

–¿Cuál es el riesgo?

–Que haya un colapso en la economía. Piense que este año vencen 160.000 de deuda pública y privada. Y si tú no puedes refinanciar tu deuda en los mercados, tienes un problema grave. Si logramos que las entidades pongan sus cartas encima de la mesa, saquen sus trapos limpios y también sus trapos sucios, a lo mejor se genera confianza para atraer inversores que eviten el colapso.

–El sector turístico habla ya de que se avecina un año bueno. ¿Son ustedes optimistas?

­–Las noticias que llegan son optimistas y eso nos va a venir bien a todos. Y si al turismo le va bien, a las pymes les va bien y, en consecuencia, a nosotros también. Luego está la cuestión del empleo: no creo que la recuperación del verano sea suficiente para crear empleo. El empresariado está muy escaldado para contratar. Lo hará cuando recupere la confianza.