­Al play boy octogenario de la Fórmula 1 Flavio Briatore la fiscalía italiana le embargó hace medio año su yate. El Force Blue le había costado veinte millones, pero oficialmente no era suyo. El dinero salía de una sociedad con sede en las Islas Vírgenes, desde la que se compró en las Islas Caimán el palacio flotante que usaba en exclusiva del italiano de oro. Italia le pescó y le acusó de evasión fiscal y contrabando. Que Hacienda somos todos. Incluso los más ricos.

Solo que Briatore no habría tenido gran problema para navegar por España. Su barco tenía pabellón de Caimán. Distinto habría sido si hubiera tratado de comprar un barco inglés en Palma. "En ese caso, desde hace dos años Hacienda aquí hace algo que no hacía: dice que como tienen registro en otro país comunitario se supone que ya han pagado impuestos allí, por lo que cuando el vendedor quiere liquidar el impuesto para vender el barco aquí, le hacen que se vaya a Inglaterra a hacer la operación. Así que Hacienda pierde el dinero del impuesto y Mallorca el negocio. Se han ido muchas ventas", relata un agente de aduanas, que describe el problema asociado a esta situación: "Dan el impuesto por pagado en Inglaterra, y luego te va Vigilancia Aduanera, te coge en el mar y te pone una sanción".

Resultado: inseguridad jurídica y miedo. "Y alguien que compra un barco y quiere pagar los impuestos lo último que desea es estar pendiente de la Guardia Civil", explica Pat Bullock, empresaria náutica que considera "ridículas" las trabas. "No es bueno para el mercado, que no son solo barcos: son los impuestos que se recaudan, las compras en comercios, lo que gastan en hoteles, los coches que alquilan, los restaurantes en los que comen y las inversiones inmobiliarias que hacen. Es dinero y lo estamos asustando", relata el agente de aduanas. Y eso, según la Asociación de Grandes Yates, priva al país del paro de 20.000 empleos que podrían ser más.Porque el momento es clave, con la economía en retirada, el turismo náutico avanza y mueve más franceses, alemanes, británicos, australianos y americanos. "Ahora a Mallorca están viniendo muchas fortunas rusas", detalla Bullock, que no ve la necesidad de espantarlas. "Por el miedo a tener que pagar la matriculación [también la pagan los barcos extranjeros que llegan a España] se están suspendiendo contratos de reparación en Mallorca. Queremos el dinero, pero no queremos los barcos", se queja la presidenta del sector náutico balear, que pide visión y cintura. "Prdemos todos si los barcos se van a Malta". Menos Malta.