Cuando volver no es una opción solo queda huir hacia adelante. Es lo que les ocurre a los inmigrantes que, en la desesperación de no poder regresar a un país sin oportunidades, caen en manos de mafias y empresarios que se lucran a su costa. Así operan las redes que fabrican contratos.

El extranjero sin papeles busca ayuda entre los suyos

La llegada de la patera a tierra no es más que el principio de un drama que se desarrolla en tierra hostil. El inmigrante ilegal recurre por ello a sus únicos conocidos, los suyos, gente de su país que llegó antes y que se convierte en su puerta de entrada al mundo laboral. Así es en las duras y en las maduras. Cuando la economía generaba empleo muchos conseguían papeles sin tener que comprar contrato, pero hoy los inmigrantes dicen que es "imposible" encontrar en Mallorca un empresario que les trate de forma legal. "Trabajo hay, porque nos cogen para trabajar, pero es todo sin papeles, nadie quiere hacer contratos", explica Mbaye, senegalés que malvive en la economía sumergida.

Entre 1.000 y 2.000 euros por cada contrato falso

En los años de bonanza un contrato falso cotizaba a 400 euros en Mallorca. Hoy valen más de 1.000. "Casi siempre es más de 1.200 euros, pero hay quien pide ya 2.000", apunta Babá, inmigrante senegalés". Los entre 1.000 y 2.000 euros se le entregan al intermediario, normalmente un compatriota (los senegaleses acuden a senegalés, los marroquíes a marroquíes y los colombianos a colombianos). Ese compatriota es el que tiene los contactos y gestiona el contrato. ¿Con quién? Según inmigrantes, sindicatos, ONG y profesionales consultados (desde abogados a trabajadores sociales), los contratos los hacen tanto empresas mallorquinas como negocios de inmigrantes. "Están en todos los sectores", explica un experto laboralista, que da un ejemplo rápido: "El 80% de los contratos que se hacen son falsos. Últimamente Pakistán arrasa. No conozco ni un negocio paquistaní que no haga contratos falsos". Locutorios, restaurantes de comida rápida, bares cerrados, comercios poco visibles y empresas de limpieza son los negocios más usados.

Tras la firma, el inmigrante nunca acude al trabajo, pero se paga su seguridad social

La cosa no acaba con el pago del contrato. Cuando el empresario y el intermediario se han repartido el dinero del inmigrante, el inmigrante sigue pagando: "Después son 500 euros de Seguridad Social cada mes, durante tres meses [ese es el mínimo para conseguir la renovación de papeles]", cuenta Cheikh, cuyo contrato no dio el pego y perdió "3.000 euros: 1.500 de contrato y 1.500 de Seguridad Social".

Solos ante el peligro: tras la estafa no tienen a quien acudir

En algunos casos (la mayoría, según los consultados) la falsificación cuela y el inmigrante consigue el permiso. Pero en otros los papeles se quedan por el camino : "Las renovaciones en Extranjería están tardando siete meses. Después de ese tiempo, a veces la empresa del contrato ya ni existe", apunta el asesor de un colectivo de inmigrantes. La estafa queda así completada, añaden en UGT, porque el inmigrante sin papeles "no se atreve a denunciar: temen que nunca más vuelvan a contratarles". Pierden así los ahorros de años y siguen en la clandestinidad.