Las personas que no tienen el hábito del tabaquismo aplauden la prohibición de fumar en los espacios públicos, aunque algunas asociaciones antitabaquistas avisan que la medida fracasará si no se establecen medidas efectivas de control

Salvador Tàrraga es el delegado en la isla de la asociación ´No fumadores. org´. Además, es doctor en biología y bioquímica especializada en el tabaquismo pasivo, por lo que sus argumentos a favor de la prohibición de fumar en espacios públicos se sustentan en experiencias propias. "He visto morir a mucha gente como consecuencia del tabaquismo pasivo, un fenómeno que mata cada año a 5.000 personas en España", afirma.

—¿Qué opinión le merece la entrada en vigor de la prohibición de fumar en todos los espacios públicos?

—Inicialmente, es un avance muy importante porque nos equipara al resto de países europeos, continente en el que 210 millones de personas ya conviven sin humo en el ambiente.

—¿Cree que es una medida aplaudida por la gran mayoría de la sociedad?

—El setenta por ciento de la población de este país está a favor de esta prohibición. La mayoría ya es consciente del peligro que tiene el tabaquismo pasivo, a pesar de que siempre ha imperado la creencia de que fumar un cigarrillo con el café es un derecho inalienable. Cuando era niño, yo iba en moto sin el casco, hasta que adquirí conciencia de lo peligroso que resultaba. Con el tabaco ha pasado lo mismo.

—¿Qué contestan cuando los fumadores les acusan de intolerantes?

—Que la libertad de uno acaba donde empieza la de los demás. La intolerancia que se nos atribuye es una consecuencia de esta relativa normalidad de que haya humo en los espacios públicos. Ahora podemos decir que los no fumadores dejamos de estar discriminados, y ya era hora. Ya podemos ir tranquilamente a un bar y a un restaurante.

—¿Mucha gente no iba a los locales públicos para no tener que respirar humo del tabaco?

—Muchísima gente. Yo mismo, si en un bar me decían que no había espacio para los no fumadores, me iba.

—O sea, que los restauradores podrían compensar de esta forma el descenso de facturación que, según anuncian, se producirá en sus negocios.

—No sabemos qué pasará aquí con los negocios de restauración, pero sí sabemos qué ha pasado en otros países que han prohibido el tabaco, y es que ha habido repuntes económicos.

—¿Qué cree que pasará si una persona decide encender un cigarrillo el próximo día 2 de enero en un bar?

—Ahora está en manos del Gobierno que esta medida se aplique de forma seria. Creemos que la Administración tiene que establecer mecanismos para que la Ley se cumpla de forma efectiva, porque si esto no está previsto, su aplicación será un fracaso. Una posibilidad sería la de colgar un cartel con un número de teléfono gratuito al que el dueño de un local pueda llamar si alguien incumple la Ley.