Hace tiempo que el cambio climático dejó de ser una difusa amenaza de futuro para convertirse en una certeza de avance inexorable en todo el planeta. También en Mallorca, donde los científicos han empezado a generar datos y modelos que anticipan lo que está por venir. Y tiene mala pinta. Los trabajos realizados hasta la fecha por investigadores de la Universidad de les Illes Balears y por especialistas del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) invitan al desasosiego: el archipiélago balear en general y Mallorca en particular afrontarán durante este siglo un marcado incremento de los períodos de sequía y una subida de hasta 6,39 grados en las temperaturas máximas, combinación tan poderosa como peligrosa que podría desembocar en la formación de tormentas más fuertes y ciclones más destructivos.

El "podría" es importante, como explica la comunidad científica local. Porque la mayor frecuencia de períodos de sequía severa y la elevación dramática de las temperaturas se dan por seguras (ambos fenómenos serán más o menos acentuados en función del ritmo a que se emitan gases a la atmósfera), pero las proyecciones referidas a huracanes, ciclones y condiciones meteorológicas extremas están aún en el terreno de la hipótesis. Lo matiza de forma clara el investigador de la Universidad de les Illes Balears Romu Romero, que asegura que al tratarse de fenómenos relativamente raros, las tendencias están menos marcadas. "Lo que es indudable es que con un Mediterráneo más caliente el potencial para el desarrollo de ciclones intensos y tormentas severas se ve aumentado (al haber más vapor de agua en la atmósfera), pero hay más factores que influyen", explica Romero, que de hecho formula con su equipo de trabajo una hipótesis diferente: habrá menos "medicanes" (término con el que se refieren a los huracanes del Mediterráneo) y menos temporales fuertes, pero los que finalmente acaben azotando la isla serán más fuertes y severos. Y por ello más destructivos.

Menos lluvia

La menor frecuencia de huracanes, ciclones y temporales fuera de lo común está relacionada con cambios globales como la reducción de depresiones frías. Esos mismos factores afectarán en el futuro a las precipitaciones, que hasta el año 2100 se verán drásticamente mermadas. Y eso es mucho decir, porque los datos medidos en el último siglo hablan de una reducción mayúscula de los días lluviosos: la cantidad de agua que riega Mallorca descendió durante el siglo XX en 166 milímetros cúbicos, una caída cercano al 25% que se acentúa de forma rotunda en otoño y durante el invierno.

Y así seguirá siendo durante las próximas décadas, en las que las proyecciones apuntan a descensos de la pluviosidad de otro 23,9%. Es decir, Mallorca se verá abocada a vivir con la mitad de lluvia que hace un siglo, hecho que repercutirá directamente en la frecuencia y duración de las sequías. Según el investigador Víctor Homar, los datos indican que la isla padecerá sequías más prolongadas: "Los períodos secos más largos (los que duran más de diez semanas) serán más frecuentes a lo largo del siglo XXI", corrobora Homar, que ha colaborado con Romero y con el profesor Sergio Alonso en la elaboración de las proyecciones sobre las que se ha diseñado el proyecto de reforma de Platja de Palma,

Coincide con su diagnóstico el director del centro meteorológico de Palma, Agustí Jansà, que sostiene que la acusada reducción de las precipitaciones en las últimas décadas se acelerará a partir de la segunda mitad del siglo. Destaca también Jansà una peculiaridad que afecta solo a Mallorca y que condicionará su futuro: el marcadísimo incremento de temperaturas, que ha duplicado en los últimos treinta años el calentamiento medio del planeta (1,5 grados en Balears frente a los 0,7 global). Y aún más profunda es la diferencia en las aguas del mediterráneo, según detalla en sus trabajos el investigador del CSIC Carlos Duarte, que documenta que el Mare Nostrum se calienta "cinco veces más deprisa" que el resto de mares y océanos. Lo certifica la científica Isabel Vigo, que pronostica que al ritmo actual, la temperatura del agua "subirá un grado cada 14 años en el Mediterráneo".

Combustible para huracanes

Y más temperatura significa también más volumen de agua, hecho preocupante según Vigo. Sobre todo si se tiene en cuenta que en el próximo siglo se espera ya una subida del nivel del mar de entre 9 y 88 centímetros. "El agua está más caliente y por tanto el volumen es mayor", subraya didáctica. Y ese es precisamente el caldo de cultivo perfecto de los huracanes: temperaturas de agua y ambiente elevadas, factores que unidos generan el vapor que nutre los huracanes.

A ellos y a sus efectos devastadores se refieren en la organización ecologista Greenpeace, que en su último documento sobre Mallorca recoge los datos del informe del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático de Naciones Unidas. Subrayan así que los trabajos de la comunidad científica mundial también "auguran mayores sequías, huracanes y grandes temporales para el archipiélago balear". Por ello, el responsable de las campañas de Contaminación de Greenpeace, Julio Barea, reclama a las instituciones que "tengan muy en cuenta los factores climáticos antes de aprobar más barbaridades urbanísticas junto a las costas, que, además de impacto ambiental, podrían poner en peligro vidas". Todo por unos fenómenos alimentados por el mismo ser humano que solo hoy empieza a reconocer lo que hace ya tiempo es una certeza para la comunidad científica: el cambio climático.

LAS AMENAZAS CLIMÁTICAS

· Sube la temperatura, caen las precipitaciones.– Según las proyecciones realizadas por equipos científicos de la UiB, en el peor escenario las temperaturas subirían una media de 3,3 grados en Mallorca hasta 2010, con incrementos de 6,4 grados en las máximas y y 5,8 en las mínimas. También varían las precipitaciones: habrá períodos de sequía más largos y frecuentes. Las lluvias se reducirían un 23,9%, con descensos del 25,4% en otoño.

· Ciclones, huracanes y tormentas encuentran su caldo de cultivo.– La subida de las temperaturas en el aire y en el mar genera condiciones favorables a la formación de huracanes y tormentas: habrá más vapor de agua en el ambiente, el combustible preciso para alimentar este tipo de fenómenos. Por eso, según los investigadores locales, es previsible que se produzcan tormentas, huracanes y ciclones más fuertes. Lo que no creen es que vayan a ser más frecuentes.

· Problemas para la flora, la fauna y la agricultura– Los cambios en la temperatura y la lluvia incrementarán el "estrés hídrico", hecho que afectará a la flora, la fauna y la agricultura, según se detalla en algunos de los trabajos del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático de la ONU.