Los salarios de los mallorquines ya han empezado a valer menos. La única comunidad en la que crecieron los precios en julio es también la menos generosa a la hora de subir los sueldos de sus trabajadores. Y es así desde hace dos años. El resultado es doloroso para el bolsillo de los asalariados de la isla: según los datos cruzados del ministerio de Trabajo y el Instituto Nacional de Estadística, desde que a finales de 2008 estalló la crisis que no cesa Balears destaca junto a Cataluña como la autonomía que peor trata a quienes han logrado conservar su empleo. En dos años, la capacidad de compra de los trabajadores del archipiélago ha aumentado apenas un 0,82%: el resto de la subida salarial desde 2008 (un 3,42%) se la ha devorado directamente la escalada de precios.

Aunque la peor noticia no es el vigor perdido en dos años de estrechez y vacas flacas, sino lo que queda por venir, porque la tendencia a la contracción salarial se ha acentuado en el último año. La vuelta de la economía a la senda de la inflación lo explica: mientras los salarios de los baleares suben en 2010 un 1,76% de media, los precios avanzan ya a un ritmo del 1,8% interanual. El saldo es así negativo por primera vez desde que comenzó el siglo XXI. Y eso si se toman los datos medios, porque fuera de ellos el paisaje llega a ser desolador. Todo porque las estadísticas sobre evolución de salarios no tienen en cuenta el efecto del paro.

Lo aclara el presidente de la Asociación de Autónomos de Balears, Pep Oliver, que afirma que la pérdida de poder adquisitivo real es desde hace meses mayor del que revelan unas cifras oficiales que solo ahora empiezan a documentar la caída de la capacidad de compra. "Las empresas trabajan menos, por lo que hacen y pagan menos horas extra. Y si miramos a familias completas, no a los trabajadores uno por uno, encontramos situaciones muy difíciles: hay hogares de cuatro personas en las que antes entraban tres salarios y ahora viven todos con un sueldo, porque los hijos o los padres se han quedado en paro. Y eso sí que es poder adquisitivo perdido", relata Oliver, que, como podría hacer casi cualquiera en la Mallorca de la crisis, le pone cara a situaciones extremas que conoce de cerca

Habla así de los rigores que se ciernen sobre empleados y amigos obligados a apretarse el cinturón para sacar adelante a su familia con menos euros. "Un trabajador con dos hijos y una mujer en paro entiende las dificultades de la empresa, pero la hipoteca hay que pagarla cada mes". Las historias al límite se repiten en cada esquina de las islas de los 120.000 parados (según la Encuesta de Población Activa). Son gente que vive al céntimo, como Inma García, una madre de familia de 47 años que explica cómo ella, su marido y su hija menor han perdido el trabajo en año y medio. "Ahora mi marido cobra el paro y mi hija y yo, ya ni eso, aunque nos ayuda mi hijo mayor. Cuesta más llegar a fin de mes, porque la hipoteca sigue ahí, nadie deja de mandar facturas y los ahorros que teníamos bajan y bajan", cuenta a la salida del Mercadona de calle Aragón, el súper más económico de Palma, según el Observatorio de Precios del Gobierno.

Las cajas del establecimiento, como cada mañana, no dan abasto. Lo barato vende más. Lo certifica el carro de Inma , que parece una estadística de crisis: en él hay pollo, fruta, arroz, pasta, aceite de girasol y verduras, pero brillan por su ausencia productos como la ternera, el pescado, el vino o el aceite de oliva."Hay que adaptarse. Mas congelados y nada de marisco", razona, sin perder el ánimo pese a vivir en un hogar plenamente en paro.

Hay muchos como el suyo. Y eso también es dinero que se esfuma: desde que en 2007 el calor del ladrillo dejó su sitio al frío del reventón inmobiliario el número de hogares baleares con todos lo miembros en paro se ha sextuplicado (del 1,6% de 2007 al 9,7% de hoy). Algo parecido ha ocurrido con los trabajadores que llevan más de dos años parados, que se han multiplicado por ocho. Y para ellos la pérdida de poder de compra es total: a los dos años se acaba el subsidio, pero no el hambre ni los precios. Ni los impuestos, que podrían volver a subir si se cumplen las insinuaciones del Gobierno.

A ellas se refiere Ginés Díez, de la Federación de Hostelería y Comercio de UGT-Balears, preocupado por la posibilidad de que el Ejecutivo repita la jugada del IVA y lance "subidas injustas". "Los trabajadores acumulan incrementos de presión fiscal del 15% y los capitales mientras pagan un 8% más", critica. Y recuerda: más impuestos pueden suponer menos consumo. Y menos consumo puede a implicar menos sueldo, sobre todo cuando haya que negociar el convenio de comercio en 2011: "Querran apretar a la baja", avisa. Lo certifican con datos en CCOO Balears: la firma de convenios se ha reducido a menos de la mitad (de 5.151 acuerdos en 2009 se ha pasado a apenas 1.776), algo que en el sindicato achacan "a las dificultades para la negociación colectiva en plena crisis".

Por todo ello sorprende poco la descomposición de las perspectivas de la economía balear que documentaba esta misma semana Caixa de Catalunya: un informe suyo adelanta que Balears y la Cataluña serán las comunidades en las que menos crecerá este año el consumo. También son las que más terreno han perdido en materia salarial desde que los mercados griparon. ¿Casualidad? En cualquier caso, mala noticia, reconocen en la patronal Caeb: "La reducción de sueldos es la última opción. Las empresas somos conscientes de que nuestros trabajadores son también consumidores". Y un consumidor sin euros no es consumidor, sino superviviente, recuerdan.