Bartolomé Servera preside la Federación de Asociaciones de Comercio de Balears (Afedeco) en uno de los momentos más duros para el sector, con fuertes caídas en el consumo provocadas por la crisis económica.

–Las patronales están adoptando iniciativas para intentar reactivar las ventas y dinamizar las zonas comerciales, como la apertura durante la noche de los jueves en Palma, pero el resultado es un seguimiento más bien escaso.

–Pienso que es una iniciativa extraordinaria, pero también soy el máximo responsable cuando las cosas no salen bien, y es verdad que los resultados distan mucho de ser un éxito. Probablemente me equivoque al pensar que queríamos una ciudad viva, y lamento haber involucrado a la federación hotelera, a la asociación de agencias de viajes o a la Catedral. Sigo pensando que era una de las pocas posibilidades que le quedaban a Palma de situarse al nivel de capital turística, y particularmente me duele que a las 8 de la tarde, cuando las calles están llenas de gente, se tenga que oir el sonido de las puertas de los comercios cerrándose. Quizás es que no he sabido explicar la importancia que este proyecto tenía. En cualquier caso, mi máximo respeto ante las decisiones que se han adoptado, porque cada empresario hace en su casa lo que quiere.

–Recientemente, tanto usted como el presidente de la otra patronal del comercio (Pimeco), Bernat Coll, advertían al sector de la necesidad de cambiar estrategias, y de que no se puede sobrevivir haciendo lo mismo que hace 20 años. Como ejemplo, se apuntaba la importancia de adaptar los horarios a las nuevas necesidades de los clientes.

–Hay empresarios que afortunadamente se han puesto al día. Pero, o se hace un esfuerzo colectivo en esta materia, o como sector lo tendremos muy complicado para salir adelante. A las patronales nos resulta muy difícil pedir ayudas para dinamizar las zonas comerciales si resulta que no estamos dispuestos a poner nada de nuestra parte. Y Palma en concreto tiene el problema añadido de la competencia de las grandes superficies. Y no se trata de trabajar 20 horas al día, sino de organizar turnos en las tiendas y adaptar los horarios al cliente.

–Muchos comerciantes alegan que iniciativas cono abrir al mediodía o los sábados por la tarde les resultan poco rentables y hacen difícil conciliar su vida familiar.

–Si uno está en el paro, puede estar las 24 horas del día con su familia. Si alguien cree que en una comunidad turística como la nuestra vamos a poder ingresar en cuatro meses lo suficiente como para vivir doce sin hacer esfuerzos durante esos cuatro meses, es que no ha entendido nada. No se puede ser empresario exigiendo sólo derechos y sin asumir obligaciones. Y el que no acepte que va a tener que hacer más sacrificios incluso para ganar menos, caerá.

–Usted ya advertía durante los años de bonanza económica que el sector comercial de Balears estaba sobredimensionado, un argumento que en años de crisis ya esgrimen todas las patronales. ¿Cuántos establecimientos pueden sobrar?

–Es difícil dar una cifra exacta, porque no tenemos ni siquiera un censo. Pero puedo afirmar que al menos sobra un 20% de los comercios. No es sostenible que los bajos de todos los edificios estén ocupados por tiendas y por establecimientos de restauración. Y cuando se comiencen a tapiar muchos de estos locales, vamos a tener un problema enorme. Pero sobran comercios como sobran también oficinas de bancos y cajas, plazas hoteleras y 200.000 residentes en las islas, sin que esta última afirmación deba ser interpretada como xenófoba. Es que tenemos en estos momentos el nivel de actividad económica que tenemos, y nuestra isla sólo mide 100 kilómetros de largo. No da para más.

–Alega que se están cerrando comercios y que sobran establecimientos. Pero muchos de los locales que deja vacíos el comercio tradicional están siendo ocupados por negocios regentados por asiáticos. A ellos les va bien. Y no cierran al mediodía ni los festivos.

–El comercio asiático es una historia aparte. Se trata de una invasión que algún día nuestros países pagarán caro. Y no es puede consentir que se les permitan prácticas que no se consienten a los demás. Superan los límites máximos de apertura, y los servicios de inspección deberían analizar qué sucede en estos locales. Además, se prohíben las corridas de toros porque el animal lo pasa mal durante 15 minutos, pero a nadie parece preocuparle si los productos son fabricados por niños de 12 años ni por la calidad de vida de esos trabajadores.

–¿Se intensificarán los cierres de comercios tradicionales tras el verano?

–Sin duda. Y el comercio es mucho más que tiendas, incluye desde distribuidores a supermercados. Las perspectivas para noviembre son terribles. Si en pleno verano hay 70.000 parados, ¿cómo vamos a pedir que haya consumo?

–También las patronales del sector están denunciando la pasividad de las Administraciones ante la venta callejera de falsificaciones. Y ello a pesar de que a las 3 de la tarde de un sábado, la presencia de estos puestos ambulantes en la Plaça Major de Palma se puede acercar a la decena sin que nadie lo impida.

–Cuando la Administración no da respuesta a los problemas de los ciudadanos, la cosa puede acabar mal, como ya se ha visto con los taxistas en el aeropuerto. En Palma tenemos el problema de que la concejalía de Comercio y Turismo no se habla con nadie. No digo sólo con Afedeco. Con nadie. Y sería tan simple como poner vigilancia en la Plaza Major durante esas horas.

–En conjunto, el sector comercial se lamenta de las bajas ventas de este verano. Pero este problema es especialmente acuciante en los establecimientos de las zonas turísticas, que en muchos casos están cerrados todo el invierno. Se quejan del bajo poder adquisitivo de los visitantes y del incremento del ´todo incluido´.

–Probablemente hay un exceso de turismo con poca capacidad de gasto y los hoteles se están llenando con ofertas. Pero el problema del comercio sobredimensionado también alcanza a las zonas turísticas. En los bajos de los edificios sólo se ven souvenirs, bares y restaurantes, y eso no es viable. Y no creo que el problema sea el ´todo incluido´, que no se cómo puede afectar a una tienda. Además, habrá que plantearse si es peor que venga un turista con bajo nivel adquisitivo o que no venga.

–El precio es ahora un factor básico para incentivar el consumo. Pero en Balears seguimos retrasando el inicio de las rebajas de verano.

–Al menos para Mallorca, en Afedeco estamos a favor de iniciarlas el mismo día que el resto de comunidades autónomas, aunque sólo sea por aprovechar las campañas promocionales que hacen las grandes superficies. Si la consellera de Comercio quiere replantearse este tema, nos tendrá a su lado. Lo único que estamos consiguiendo con la estrategia actual es que dos semanas antes del inicio oficial todos los establecimientos estén aplicando descuentos, lo que no deja de ser unas rebajas encubiertas.