"Hillgarth admiraba a Juan March por su inteligencia, pero desconfiaba de él. Buena prueba de ello es que intercedió ante el Foreign Office en una ventajosa operación que el banquero quería realizar, la compra de barcos mercantes alemanes en los puertos neutrales españoles al inicio de la guerra civil. No obstante, prueba de esta desconfianza es la matización que introdujo en su informe: En todo caso, si el señor March nos engaña, la flota de su graciosa majestad siempre podría hundir estos barcos", apunta Pere Ferrer, historiador alaroner autor de la biografía Juan March. El hombre más misterioso del mundo.

"Hillgarth, con el dinero de March, gastó unos trece millones de dólares de la época, una auténtica fortuna hoy en día, en sobornar a cerca de una veintena de mandos relevantes del régimen franquista para evitar que España entrara en la Segunda Guerra Mundial. En concreto, el general Aranda recibió él sólo un millón de dólares. Tenía instrucciones precisas de dar un golpe de Estado en caso de que Franco se decantará por aliarse con los países del Eje. Y el dictador nunca se enteró de esta operación, hay un 99% de posibilidades de que no supiera nada", continúa Ferrer.

Tras su cargo de agregado naval en Madrid, el diplomático-espía fue el jefe de la inteligencia naval británica en Oriente y Asia. Después de la guerra y tras divorciarse de su primera mujer, contrae nuevas nupcias y se retira con su nueva esposa en Tipperary (Irlanda).

Hillgarth estaba retirado pero continúa manteniendo su relación con el empresario mallorquín y es su representante financiero en Gran Bretaña. "Le compró en la City las acciones de Barcelona Traction y siguió vinculado al banquero. Desde un principio de desconfianza llegaron hasta una gran amistad, aunque siempre ligada a los negocios", matiza Ferrer, que recuerda cómo el diplomático elogió a March al afirmar que "cuando nadie creía en la victoria aliada, él fue el único que tuvo fe en nuestra victoria".