La tradicional boda por la Iglesia está cayendo claramente en desuso en Balears, y además lo está haciendo a velocidad de vértigo. En 1998, prácticamente siete de cada diez matrimonios de las islas pasaban por los altares. Poco más de una década después, en 2009, tan sólo tres de cada diez de las uniones se formalizaron por el rito católico. Los enlaces civiles están tomando el protagonismo en un archipiélago que además registra las tasas más altas del país en población extranjera y en divorcios.

El último informe elaborado por el Instituto Nacional de Estadística (INE) pone en evidencia este cambio en las costumbres de los baleares. Durante el pasado año, se registraron en las islas 4.349 nuevos matrimonios, de los que sólo 1.356 fueron católicos, frente a los 2.972 civiles y los 21 celebrados según otras religiones. Y un aspecto a tener en cuenta es que si en el conjunto de España las uniones no católicas han pasado a ser mayoritarias por primera vez en su historia en 2009, en el archipiélago este fenómeno se viene registrando desde 2004. Un lustro de ventaja.

No se trata de que los isleños se hayan vuelto especialmente reticentes al matrimonio, pese a que el número de enlaces sí está mostrando una ligera tendencia a la baja. En 1999, la cifra de uniones que se registró en el archipiélago fue de 4.503, es decir, 154 más que el pasado año. El gran cambio radica en que si en ese ejercicio las bodas católicas fueron 2.967, en 2009 esa cifra había caído hasta las 1.356.

Factores del cambio

La directora del Observatori Social de les Illes Balears, Maria Antònia Carbonero, advierte que varios son los factores que explican este cambio y el hecho de que Balears lleve años de adelanto respecto al conjunto de España.

Para empezar, las islas presentan una de las tasas de divorcios más alta de España. Y un divorciado no puede volver a casarse en segundas nupcias por la Iglesia católica, lo que obliga a recurrir a la vía civil.

Aunque Carbonero advierte que no existen informes sobre tasas de infidelidad, coincide con la apreciación de los psicólogos de que la sociedad balear tiene a su disposición una oferta de ocio muy superior a la media, lo que favorece las relaciones de amistad al margen de la pareja.

Pero un factor que se considera determinante es que el archipiélago tiene la tasa de población extranjera más elevada de todo el país, con un peso muy importante de ciudadanos procedentes de otros países de la Unión Europea en los que la religión católica no es mayoritaria.

Eso favorece que en el caso de los nuevos matrimonios entre extranjeros o de carácter mixto, en muchos casos se opte por sistemas de celebración que no suponen acogerse al rito católico. En este aspecto, hay que tener en cuenta que en un tercio de los enlaces celebrados en el archipiélago al menos uno de los cónyuges es de nacionalidad no española.

Influencia extranjera

Maria Antònia Carbonero afirma que la influencia de esta parte de la población no nacida en España es mucho más fuerte en Balears que en otras comunidades autónomas, lo que ha favorecido también que el proceso de "liberalización" de la sociedad isleña se haya producido a un ritmo más acelerado que en otros puntos del país, algo que se refleja igualmente en el elevado número de parejas que inician su relación de pareja cohabitando sin ningún tipo de trámite, aunque a la larga puedan terminar formalizando esa relación, ya sea ante un sacerdote o ante un juez.

La directora del Observatori no oculta que a ello hay que sumar un tercer factor, como es que los jóvenes cada vez son menos practicantes en materia de religión, lo que hace que el hecho de pasar por un altar no suponga ya la principal opción a la hora de hacer oficial un enlace.