"He llegado a cerrar al mediodía para evitar más robos. Los ladrones saben que a la hora de comer hacemos turnos para ir a almorzar y el establecimiento está más desguarnecido. Con la crisis estamos notando que desaparecen más artículos. Del último pedido, de unas 26.000 prendas, nos habrán robado casi un tres por ciento", calcula Jessica Serrano, encargada de Benetton. Alejandra López, de Pimkie, va un poco más allá y calcula que últimamente en este establecimiento "desaparecen" injustificadamente más de mil prendas cada seis meses.

Una encuesta realizada por este diario en comercios de Palma ha puesto de manifiesto que la crisis ha hecho proliferar los hurtos de todo tipo en los establecimientos y que el espectro de personas que acuden a robar se ha ampliado, que ya no sólo son gitanas las que intentan hacerse con una prenda, sino también "niñas pijas que se intentan llevar chaquetas de marca que ahora no pueden comprar", añade Alejandra López.

Jessica también revela uno de los métodos más en boga para poder sustraer ropa sin riesgo: un bolso grande de señora o una simple bolsa de plástico forrados de papel de plata que sirve de aislante para que los productos "despistados" no suenen al salir por el arco de seguridad. Aunque a veces la avaricia rompe el saco. Este fue el caso de una rumana que entró en Xino´s con su bolsa forrada ya repleta de prendas sustraídas con la intención de redondear su botín. "La bolsa rebosaba y eso provocó que la alarma sonase. Intenté detenerla pero lo dejó todo y salió corriendo", recuerda Iván Herrera, encargado de este local.

"Deme el gore-tex más caro"

En es Refugi, una de las tiendas especializadas en artículos de montaña más emblemática de Palma, los hurtos no son habituales. "El local está apartado y los que quieren sustraer algo se sienten un poco acorralados, no tienen una salida franca", explica Pilar Vidal, dependienta de este establecimiento. "Lo que sí tenemos son casos de personas que vienen con tarjetas robadas que son fácilmente identificables por una simple cuestión, dicen: ´deme el gore-tex más caro que tengan´. Y eso no lo hace nadie, ni nuestros clientes más adinerados, y por tanto es motivo inmediato de sospecha como lo fue el hecho de que una persona de color entrara en el establecimiento con un carnet y una tarjeta de un ciudadano británico de piel bien clarita. Llamamos inmediatamente a la Policía", recuerda Pilar Vidal.

Las joyerías son otro de los objetivos. "Los ladrones saben lo fácil que es cambiar el oro sustraído por dinero rápidamente. Hay que cantidad de comercios que proclaman que lo compran. Y así nos va. La tranquilidad de Mallorca ya no existe. Ahora proliferan las bandas de rumanos. Los ves venir. Son corpulentos, posiblemente por su pasado militar, y muy violentos", advierte un joyero que ni quiere revelar su nombre ni posar para una foto por motivos de seguridad. "Son capaces de esperarme en el aparcamiento si saben quien soy", alega. Que una banda de rumanos con documentos de identidad y tarjetas de crédito falsificadas está campando a sus anchas por la calle Jaime II lo atestigua María del Mar Alpañez, dependienta de la perfumería Tin-Tin. "Vienen trajeados y directamente cogen los envases de mayor tamaño de Chanel y Dior y los intentan abonar sin preguntar el precio. Muchas veces simulan ser italianos hablando este idioma, pero también dominan el catalán porque cuando entre nosotras nos decimos ´son los rumanos, avisa a la policía´, se van corriendo".