La figura de una cabeza de caballo surcada por los colores del arco iris franquea la entrada del Pegasus, el primer hotel mallorquín de sol y playa destinado a gays y lesbianas. El establecimiento, de dos estrellas, emplazado en segunda línea de la Platja de Palma, se inaugura hoy oficialmente.

"El cliente no se verá sometido a miradas ofensivas" ni a la suspicacia de quien pregunta "¿qué hacen estos señores juntos?", abrevia Juan Manuel Ordinas, propietario del negocio junto a su esposa, Pilar Mercadal. El vestíbulo, con una barra atendida por un empleado centroeuropeo, mezcla la decoración ´pop´ y minimalista con muebles clásicos. El edificio albergó el hotel Mónaco y estuvo a punto de convertirse en un centro provisional de acogida de transeúntes. Sólo la oposición de vecinos y empresarios de la zona frenó la iniciativa del teniente de alcalde, Eberhard Grosske.

Ahora este inmueble abre sus puertas como alojamiento vacacional ´que entiende´, el primero de la isla, confirman desde la Federación Hotelera de Mallorca. Sus dueños intentan diferenciarse del resto a través de la orientación sexual de sus clientes. Aunque ya existen establecimientos con el marchamo gay friendly –amigables para el colectivo homosexual–, ninguno se había lanzado sin complejos a captar al cliente LGTB, o lo que es lo mismo, lesbianas, gays, transexuales y bisexuales.

Un informe de la Secretaría de Estado de Turismo sitúa a España como el destino líder del segmento LGTB de sol y playa del Mediterráneo. Mallorca, tan pionera en muchos aspectos, se ha quedado al margen del circuito. Triunfan Sitges, Eivissa, Benidorm, Torremolinos y, por encima de todos, Gran Canaria desde el Atlántico.

La ventaja de este turista reside en su poder adquisitivo: gasta alrededor de 130 euros diarios frente a los 80 de un heterosexual, según el citado estudio. Su perfil se corresponde con el de una persona de entre 30 y 55 años, con propensión a viajar fuera de temporada porque tiene a menos personas a su cargo y que recurre más que ningún otro a bares y restaurantes.

Para atraerles hasta su hotel Pegasus Playa, Juan Manuel Ordinas han contactado con páginas especializadas y turoperadores. Ofrece la habitación doble a 60 euros en temporada alta y 40 durante el resto del año. Además, compagina el hospedaje con las copas: "Funcionará las 24 horas del día y podrán acceder personas que no estén alojadas", abunda Ordinas.

El empresario Javier Checa, organizador de la primera Feria Internacional de Negocios y Turismo Gay programada para octubre en Torremolinos, se sorprende de la iniciativa mallorquina. "Hay hotelitos con encanto y muchos gay friendly, pero muy pocos de estas características en España. Yo conozco el Axel de Barcelona y poco más", explica. Alegremente impresionado pero cauto, Checa juzga que los propietarios del Pegasus deberán "moverse mucho" para continuar con su actividad. "Hay pocos hoteles que puedan sobrevivir con una sola clientela salvo que acaben derivando en un local de citas. En España existe un mercado potencial de 3,5 millones de personas, un 7% de la población. No hay más. Es un colectivo que interesa a todo el mundo pero complicado", analiza. Otra cosa son los negocios gay friendly, matiza Checa, dirigidos a todo tipo de público pero donde los homosexuales gozan de un trato exquisito.

España disfruta de una buena imagen como país gay friendly gracias a decisiones políticas como el matrimonio homosexual, apunta este empresario. "Hay que aprovecharlo para atraer a 49 millones de usuarios procedentes de los doce países con mayor poder adquisitivo del mundo. Italia ha perdido el paso por el impacto negativo de Berlusconi", enfatiza Checa. Entre las ocurrencias del primer ministro italiano figura el "ya sólo falta que digan que soy gay", pronunciada tras ser pillado en una de sus orgías privadas en Villa Certosa.

Pero tratar al turista homosexual como una gallina ponedora de huevos de oro puede resultar contraproducente. En el informe de la Secretaría de Estado se lanza una advertencia clara. "Al turista gay no le interesa sólo lo gay. Muchas marcas pierden oportunidades por mostrar sólo este aspecto y puede provocar incluso un rechazo si se percibe cinismo y búsqueda del dinero rosa. No es bueno incidir en los estereotipos del mercado olvidando la realidad variada de este segmento", avisa el jefe de mercados del Instituto de Turismo de España, Arturo Ortiz. "La mayoría de nuestros clientes hacen cosas muy normales durante las vacaciones. Sólo por la tarde aparecen los aspectos más gays del viaje: entonces quieren ir a restaurantes, bares y discotecas dirigidos a ellos", se sincera un turoperador que trabaja con este segmento de clientes.

Lo cierto es que muchas ciudades han hecho un enorme esfuerzo económico para integrarse en el circuito vacacional de este colectivo. "Barcelona se ha gastado 7,5 millones para figurar entre las ciudades ´amigables´. Mallorca ha bajado mucho coincidiendo con el deterioro de la plaza de Gomila", razona Javier Checa. Ahora sólo falta saber si el hotel Pegasus se reduce a anécdota o representa el retorno al camino friendly´.