Tal vez me falle la memoria, pero no recuerdo que Felipe González le deseara suerte a Luis Roldán ni que pudiera demostrar su inocencia. Hay algunas comparaciones importantes entre los casos de corrupción que tuvo el PSOE en los 90 y los que ahora afloran en el PP. Para empezar, la contundencia de la condena socialista hacia los que se habían aprovechado de la militancia en el partido o de su estancia en el Gobierno. Es como si estuviera escrito en un código secreto de politología moderna que la derecha es condescendiente con sus casos de corrupción e implacable con los de los demás.

Jaume Matas fue ministro del Gobierno José María Aznar, líder del PP balear y president del Govern. Ahora pretende descargar sus responsabilidades en sus subordinados, después de haberse dejado llevar por los caprichos de casas y palacios en un tren de vida que ni siquiera pretendía disimular las sustracciones que estaba presuntamente haciendo de los erarios públicos.

Lo normal es que Mariano Rajoy le pidiera a Matas que devolviera el dinero que se ha llevado y que pague con dignidad las penas de cárcel que le puedan corresponder para ponerse en gracia con la sociedad a la que defraudó. El mensaje de Rajoy es demoledor y tiene algo de tinte mafioso: "Espero que pueda demostrar su inocencia" es sustantivamente distinto de "espero que sea inocente". Otra vez se insinúa que se puede salir bien parado, como le ocurrió a los implicados en el caso Naseiro si fallan las pruebas. Bárcenas sigue teniendo despacho en Génova, los implicados en Gürtel, con Federico Trillo como asesor jurídico de lujo, esperan salir bien parados por la anulación de pruebas y a Matas, Rajoy le desea suerte. Suerte para qué, para salir ileso del follón en que se ha metido, para poder disfrutar el resto de su vida del dinero que se ha llevado. De momento, Matas, para evitar males mayores, ya ha confesado un inmenso fraude fiscal. Así, me parece, Rajoy no va a ninguna parte.