Los masones de la mayoritaria Gran Logia de España, la única que sigue el rito tradicional inglés y que no admite a mujeres entre sus miembros, salen por primera vez de Madrid y Barcelona y se desplazan a Palma para elegir a su gran maestro por un periodo de cuatro años. José Carretero, gran maestro actual que opta a la reelección, Ramón Vinyals, barcelonés afincado en Luxemburgo que montó la refundación de la orden en Balears tras la persecución franquista y Alberto Torcal, gran maestro de la logia provincial de Balears, intentan aclarar las dudas que todavía sobrevuelan sobre esta hermandad que, puntualizan, sólo busca mejorar la sociedad y la calidad humana de sus miembros.

–¿Cuántos hermanos forman parte de su logia y cuántos elegirán al gran maestro?

–José Carretero (J.C.): En la actualidad seremos algo menos de cinco mil hermanos, aunque hemos llegado a tener hasta 6.700 compañeros inscritos. Para la elección podrán votar alrededor de mil hermanos. A Palma vendrán más de un centenar de maestros con votos delegados y también se podrá votar en las logias provinciales. Los resultados se conocerán mañana (por hoy) por la tarde.

–¿Por qué se ha elegido Balears para proceder a esta elección y celebrar la XXIX asamblea anual?

–Alberto Torcal (A.C.): Por primera vez se hace en una localidad distinta a Madrid o Barcelona. Es un espaldarazo para nosotros el hecho de que todos los hermanos puedan venir a conocer la isla. Unos 253 miembros de los 400 hermanos de las once logias de Balears tendrán derecho a voto en esta elección.

–¿Cómo se entra en una logia masónica de su rito?

–J.C.: Para empezar, el candidato ha de ser una persona libre y de buenas costumbres. Todos los miembros de la logias o talleres que conforman la logia provincial tienen derecho a participar en su admisión. Tras una reunión en la que se formulan preguntas al candidato, se vota. La papeleta blanca significa un sí y la negra un no. La decisión ha de ser unánime y, en caso de que alguien vote en contra, se da un año de reflexión antes de una nueva votación. Si en ésta el candidato tampoco es admitido, su acceso queda vetado para siempre.

–¿Qué otras condiciones sine qua non impone su logia regular?

–J.C.: La masonería regular a la que pertenecemos tiene 4,5 millones de hermanos en todo el mundo y una de las condiciones es que el compañero ha de ser creyente. De cualquier religión, pero creyente. No puede ser ateo. Tampoco admitimos a mujeres en nuestra sociedad, pero hay sociedades masónicas mixtas e incluso algunas formadas exclusivamente por mujeres. Hay gente de todos los credos políticos, porque nuestra intención es que cada masón trabaje discretamente en su entorno para que todas las ideas tengan cabida y sean escuchadas. Al contrario que la logia del Gran Oriente francesa, nosotros trabajamos desde la discrección. No hacemos como ellos grandes campañas ni organizamos lobbys de presión en torno a alguna cuestión.

–¿Cuál es la razón de que no admitan a mujeres?

–Ramón Vinyals (R.V.): Nos regimos por la Constitución de Anderson de 1623, que recogió a su vez toda una serie de directrices que se remontan hasta la Edad Media. Somos una fraternidad con orígenes en esos tiempos en que las mujeres no eran libres, que es una condición para formar parte de nuestro grupo. En nuestras reuniones tratamos asuntos morales muy personales y preferimos reunirnos con la intimidad propia de los capellanes.

–La Gran Logia de España se refundó en 1983 tras la dictadura de Franco. ¿Por qué esa inquina del régimen contra los masones?

–J.C.: Por sus criterios de libertad y por su capacidad de pensar sin condicionamientos. Por esto hemos sido perseguidos por todos los regímenes dictatoriales.

–R.V.:Franco emprendió contra la masonería la persecución más larga llevada a cabo nunca en un Estado occidental. Fusiló a más masones de los que había en realidad en España en esos momentos. Fusilaba al masón o al que sospechaba que lo era, pero no se contentaba con eso. También acababa con su padre y con sus hermanos. Toda persona liberal, culta y con ideas propias era sospechosa.

–¿A cuánta gente fusiló?

–R.V.: Las cifras bailan, pero podría decirse que mató a cinco mil personas bajo la acusación de pertenecer a la masonería. En realidad en aquellos tiempos habría unos cuatro mil masones en toda España.

–¿Es cierto que muchos de los masones de Balears son ingleses y alemanes?

–A.T.: Sí, entre un 40% y un 50%. De las once logias, dos de Eivissa, dos de Mallorca y una de Menorca usan el idioma inglés. Y en Mallorca hay una que emplea el alemán. Las otras cinco tienen el español como lengua vehicular. Una prueba de la buena salud de nuestra logia es que cada vez tenemos hermanos más jóvenes. La media de edad en la logia provincial de Balears estará entre los 35 y los 40 años. La edad mínima para entrar se ha rebajado de los 21 a los 18 años. Cada logia o taller ha de tener un número mínimo de siete hermanos que la hagan justa y perfecta. Cinco de ellos tendrían que ser maestros y los otros dos podrían ser compañero y aprendiz.

–¿Cómo se reinstauró la logia balear?

–R.V.: El gran maestro de aquel entonces me encargó ponerla en marcha y me desplacé a Palma. Para contactar con algún hermano puse un anuncio en un diario usando un nombre por el que nos conocemos en nuestra jerga: "se hace saber que los hermanos de la viuda se reunirán en..." Y acudieron cinco o seis hermanos. Este fue el germen de la primera logia balear tras la dictadura, que se llamó Ramon Llull.

–¿Podrían revelarme el nombre de algún masón ilustre de Balears?

–J.C: Nosotros podemos admitir que somos masones, pero nunca revelar el nombre de otro. Ha habido masones ilustres como Patton, Eisenhower, Clark Gable, Oliver Hardy y Stan Laurel, Ramón y Cajal, Blasco Ibáñez...

–R.V.:... y Henri Dunant, el fundador de la Cruz Roja, muy vinculada a nosotros. Resulta curioso, pero tradicionalmente los ferroviarios y marinos han proliferado en las sociedades masónicas. Marinos españoles fundaron en la localidad de Brest la logia española más antigua junto a la matritense creada por el Duque de Wharton en 1724. Este noble inglés falleció en Cataluña, donde fue enterrado. Cuando Franco accedió al poder ordenó desenterrarlo y dispersar sus restos por el campo.