"¡Aguantá, gallego, aguantá!", le daba ánimos un por entonces preso tupamaro encarcelado en una prisión uruguaya a su correligionario y compañero de cárcel, el mallorquín Antoni Mas.

Ahora, cuando están a punto de cumplirse los veinticinco años de su excarcelación y su retorno a Mallorca, la historia de Antoni Mas, que emigró junto a sus padres y su hermana a Uruguay en 1952, cobra actualidad tras saberse que el preso tupamaro que animaba al mallorquín no era otro que José Mujica, que acaba de asumir la presidencia del país y se convierte en el segundo político de izquierdas que alcanza la jefatura del Estado uruguayo.

Porque Antoni Mas era un símbolo del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T), una corriente que surgió en Uruguay a comienzos de los años 60 del pasado siglo a partir de la vinculación de varios grupos dispersos de la izquierda política uruguaya influenciados por la Revolución Cubana que marcó su devenir ideológico y sus acciones posteriores.

Hijo de Antoni Mas, un albañil de Pollença, y de Isabel Mas, de Maria de la Salut, Antoni Mas nació en 1947 en el pueblo de su progenitora y en 1952, cuando contaba cinco años, emigró a Uruguay junto a sus padres y a su hermana menor Francisca, de dos años.

Gabriel Bergas, corresponsal de DIARIO de MALLORCA en Maria de la Salut era primo segundo del conocido como el "mallorquín tupamaro" (la madre de Biel era prima hermana de la madre de Antoni) y mantuvo una estrecha relación con su familiar desde que regresó a la isla, el 2 de abril de 1975, hasta su fallecimiento en agosto de 2003.

"En 1970, cuando estudiaba Medicina en Montevideo, entró en contacto con el movimiento tupamaro y se integró en él. Fue encarcelado y se fugó, aunque volvió a ser detenido en 1972 y encarcelado de nuevo", resume Bergas su periplo guerrillero.

El caso Mitrione

Se le acusó del asesinato del agente de la CIA Dan Mitrione. Este siniestro personaje inspiró una película de Costa Gavras, Estado de sitio. Al parecer, este agente del servicio secreto estadounidense estaba especializado en la lucha antisubversiva utilizando para ello todo tipo de torturas, tanto físicas como psicológicas.

Mitrione llegó a Uruguay tras poner en práctica sus acciones de tortura en Brasil. Se decía que raptaba a mendigos sin techo y a prostitutas para poner en práctica sus sesiones de tortura y comprobar hasta dónde llegaba el límite humano al martirio antes de confesar o morir.

El agente de la CIA se convirtió en unos de los principales objetivos del movimiento guerrillero tupamaro pues estaba colaborando con el Gobierno en la brutal represión de su grupo armado.

"Toni lideraba el comando ´Los Bravos´ que secuestró a Mitrione. Lo pasó muy mal con este asunto. Los tupamaros solían secuestrar a personas afines al régimen para canjearlos por otros presos, pero el caso de Mitrione fue diferente. Más del ochenta por ciento de los guerrilleros del movimiento votó porque el agente de la CIA fuera ejecutado. Antoni siempre se mostró muy reservado sobre este asunto, pero yo creo que fue el brazo ejecutor, aunque nunca me lo confesó", rememora ahora Bergas.

Antoni pasó en la cárcel trece años, desde 1972 hasta 1985. Allí, junto al capitán Martínez, otro guerrillero tupamaro, se convirtió en el "trofeo para la tortura de la dictadura", como lo glosó con motivo de su fallecimiento Daniel Rey, otro de sus correligionarios que tuvo emigrar tras estos duros años de represión a Holanda.

El catorce de marzo de 1985, gracias a las gestiones de otro de los primos del recluso balear, Antoni Lluc Mas, el considerado como el "tupamaro mallorquín" salía de prisión y el 1 de abril regresaba a su tierra natal.

Aquí le esperaban familiares que, como Gabriel Bergas, veían en él al paradigma de la lucha por la igualdad y contra la injusticia. "Antoni lo pasó muy mal en la cárcel. Se ensañaron con él. Y me contó muchas cosas para desahogarse. Los electrodos que le aplicaban en los genitales, la práctica de sumergirle en una bidón lleno de excrementos hasta que no podía hacer otra cosa que respirar en medio de las miasmas o, lo que más le extenuaba, la tortura psicológica que suponía escuchar a las nueve de la noche por los altavoces de la prisión que ese día iban a ejecutar a cinco tupamaros y esperar la llegada de los verdugos hasta que, a las dos de la madrugada, irrumpían violentamente en su celda y procedían a infligirle nuevos martirios", recuerda Bergas las pesadillas que todavía acompañaban a su primo cuando ya vivía en Mallorca.

Cabeza estropeada

Que llegó a Mallorca tocado tras trece años de torturas y padecimientos también lo corrobora Isabel Ribas, otra prima hermana de su madre que trató con su familiar tras su experiencia suramericana.

"Tenía la cabeza un poco estropeada", rememora Isabel Ribas para añadir a continuación que, sin embargo, "seguía siendo un chico estupendo. De pequeños, antes de irse a Uruguay, paseábamos por Palma y recuerdo que era un niño muy juguetón".

"Sus padres lo pasaron muy mal durante su encarcelamiento. Quedaron deshechos tras esa experiencia. Regresaron a la isla poco después de su hijo y mi prima, Isabel, falleció aquí. Creo recordar que el padre regresó a Uruguay y murió en ese país", concluye Isabel Ribas.

La vida de Antoni Mas se apagó el 28 de agosto de 2003 en Maria de la Salut. Un fulminante infarto al corazón acabó con la vida de este mallorquín que emigró a Uruguay y no pudo evitar implicarse en una lucha por defender la libertad y la dignidad humana.

"Nunca se arrepintió de lo que hizo y muchas veces me reiteró que volvería a hacerlo si volviese a encontrarse ante la misma situación. Pero le sabía mal las vidas que se habían dejado en el camino. A sus compañeros de revolución les decía: la próxima tendremos que hacerla con menos muertes", concluye Bergas, que le descubrió al exiliado tupamaro su isla natal.