Una alumna pegó un puñetazo a una profesora. Ahora un juez ha condenado a la chica a un año de libertad vigilada y a pagar una indemnización, otorgando a la profesora el estatus de autoridad pública. Esta historia sucedió en Canarias ¿Cómo está la situación en Balears? ¿Es necesario otorgar esa categoría a los docentes? En un debato organizado por DIARIO de MALLORCA, la conclusión fue "no". Un profesor del instituto Son Pacs (José Juan Guijarro), el director del IES Politécnico (Tomás Cortés), un padre de dos alumnas del IES Sureda i Blanes (Miquel Àngel Ferrer) y un alumno de 4º de ESO del Aula Balear (Pepe Martínez) coinciden en dos puntos: por un lado, que las agresiones son una excepción en los centros de Balears; por otro, que para solucionar la conflictividad habría que ofrecer distintos modos de enseñanza en Secundaria y separar a los alumnos según sus aspiraciones formativas.

¿El profesor debe ser autoridad pública como los jueces y los policías?

José Juan Guijarro: Supongo que la percepción cambiará mucho dependiendo del centro y la vivencia personal. Inicialmente me parece algo exagerado, pero yo no he vivido un centro extraordinariamente conflictivo. Me parece desproporcionado que un profesor tenga el rango de un juez.

Tomás Cortés: En nuestras islas no hay centros especialmente conflictivos, hay conflictos en centros. Yo creo que no estaría mal dar un tipo de autoridad especial a los miembros del equipo directivo, que pueden ser más ecuánimes que cada profesor por su cuenta. Debería haber sistemas muy ágiles para poder poner medias disciplinarias a través del equipo directivo.

Pepe Martínez: Si un niño tiene un problema con un profesor es fruto de algo que ha pasado durante toda su educación. Con la autoridad jurídica estaríamos poniendo una medida para parar algo puntual y creo que para solucionar estos problemas estaría mucho mejor solucionar el sistema que ha hecho que ocurra este problema.

Miquel Àngel Ferrer: La autoridad jurídica palía las consecuencias pero no las causas. Lo que pasa en el instituto no es más que un reflejo de lo que pasa en la sociedad: la falta de respeto, la falta de valores, de hábitos de convivencia... Es una mala idea intentar meter una autoridad de tipo policial en un ámbito educativo. Esto no quiere decir que los profesores no tengan que tener una protección más elevada, como un sanitario, que no tiene más remedio que atender a quien le viene, pero no dándole una autoridad previa que puede ser malinterpretada. Además, estamos dando un mensaje equivocado a los jóvenes sobre cómo arreglar un problema.

T.C.: No deberían buscarse sistemas de defensa, sino sistemas ágiles en casos concretos para poner barreras y sanciones rápidamente para no alargar procesos que implican pedir un instructor, formarlo, crear la figura, hacer un expediente... Debería haber sistemas mucho más ágiles, con todos los controles, pero ágiles. Estoy en contra de que sea el profesor quien decida solo porque cada profesor tiene unos criterios muy diferentes. Habría una arbitrariedad. Pero lo primero que hay que hacer es desdramatizar. Lo que llama la atención es el accidente, no los 50.000 coches que circulan bien, pero en Balears el 99% de las clases se hacen sin ningún problema.

¿Hay más indisciplina que antes o es que ahora se habla más del tema?

J.J.G.: En 1º, 2º y 3º de ESO ha habido un cambio. Antes había otras estructuras para diversificar el tipo de alumnado. Ahora es un solo espacio donde están todos y eso aumenta mucho los problemas. Ha aumentado la conflictividad, ¿pero hasta qué punto? Aquí discutimos de agresiones a profesores y eso no lo vivimos. El conflicto que conozco es una pelea, una discusión, un robo...

T.C.: Hay que partir de algo fundamental: la enseñanza obligatoria hasta los 16 años es un hito de primer orden, que se ha de reconocer, pero que implica que al llegar a 1º, 2º y 3º de ESO se juntan personas que tienen aspiraciones profesionales elevadas junto a otras que no. La enseñanza para todos es buena; la misma enseñanza para todos juntos sin ninguna diferenciación es un punto que se ha de discutir. Quizás no hemos sabido dar respuesta a los que tienen aspiraciones de futuro; a los otros que quieren salir rápidamente del centro y a algunos que simplemente no pueden estar. La ley educativa, las autoridades, los profesores, los directores, los currículos... tienen gran parte de culpa. El sistema no ha sabido tratar la disparidad de alumnos por falta de recursos.

¿Creen que sentencias contundentes como la de Canarias disuaden a los alumnos agresores?

P.M.: El problema es que el alumno que tiene un conflicto con un profesor vea la agresión como única solución. Eso es lo que hay que cambiar en su mente. Si le pones una indemnización, no la pagará el alumno, la pagarán los padres. Igual son ellos los que han fallado en la educación de esta niña de Canarias. Los valores se ponen desde la infancia, desde que empiezas la escuela. La educación no empieza en el instituto, pero si en ESO hay problemas es porque no se han podido solucionar cuando la persona estaba encaminando su forma de ser.

M.A.F.: Hasta hace poco mis hijas iban a Primaria. Los padres quisimos hacer algún tipo de jornadas sobre convivencia escolar y nos pusimos en contacto con el Instituto para la Convivencia Escolar pero no tenían nada preparado para esos cursos. Me sorprendió que no hubiese nada preparado para intentar dar a los chicos unas habilidades que quizás en Primaria no necesiten pero luego sí. Se ponen parches; hay que trabajar antes.

T.C.: En ESO además se junta la adolescencia, una época en la que las personas tienen un punto de enfrentamiento generacional con padres y profesores. Evaluar una sentencia así es muy difícil, habría que saber todas las circunstancias, si esta niña hubiera agredido a alguien en la calle ¿se le hubiera castigado igual que si fuera un profesor? Esto es llevar a los sistemas judiciales lo que no se contempla en los ámbitos educativos.

J.J.G.: Llegado a este punto, las medidas represoras son inevitables. Si alguien le rompe tres dientes a un alumno, la medida es obvia. Pero esas medidas represoras no sirven para disuadir a un alumno agresor, porque no afectan a esos dos millones de estudiantes que van a escuela normalmente.

T.C: La cuestión fundamental es arreglar el día a día, las interrupciones, los pequeños problemas... de estos sí que hay muchos y hacen la clase pesada. Es evidente que hay que poner límites, la sociedad no es tan maravillosa como para que no haya límites y sin medidas represivas, nos guste o no.

¿Hace falta mejorar la formación de los profesores en este sentido?

M.A.F.: Si ha habido estas sentencias es un fracaso del sistema y del profesor, que no saben evitarlo porque no tienen la formación. En un ámbito de normalidad el profesor debería tener herramientas para desactivar este problema. Desgraciadamente me consta que no hay esta formación específica y a veces se improvisa. Respecto a plantear un sistema más ágil, estoy totalmente de acuerdo porque alargar estos conflictos lo único que hacen es diluir la efectividad de la pena.

P.M.: A un profesor debería dársele la formación para responder: "Tengo la formación para educar, he hecho lo posible, pero por las razones que sean este niño no se ha podido educar, ¿qué hago ahora?" Estoy de acuerdo con lo que se ha dicho, los profesores improvisan porque no tienen ninguna base para decir "ante este hecho, se hace esto". Tendría que haber una formación.

J.J.G: No hay que convertir a los profesores en jueces, policías o guerrilleros, hay que buscar por qué hay más conflictividad y eliminar ese problema. No hay que crear alarma: yo en 20 años no he tenido un conflicto nunca, pero sí que he detectado que ha aumentado la tensión y en el origen está que te encuentras allí a un alumno que no quiere estar allí. Es una bomba de relojería que a los seis meses está produciendo la conflictividad. El que no quiere estar va a adoptar dos estrategias: crear un conflicto al profesor o crear un conflicto a otro alumno. Ahí están las agresiones a profesores y el famoso buylling.

T.C.: Los profesores de ESO somos licenciados y de nuestro campo sabemos bastante, pero, al principio, de trato con alumnos, no. Hemos ido aprendiendo. Ahora hay un máster de Formación del Profesor y, al pasar de un curso de unos meses (el CAP) a un máster de un año de duración, hay posibilidad de que se empiece a dar la formación para el trato real del aula y dejarnos de filigranas y teorías de pedagogos y psicólogos que a veces... Lo que falta es saber gestionar el aula día a día. Los profesores, tutores y directores ahora tocan temas que parecían muy alejados del mundo educativo (menores, servicios sociales....). Es necesaria la preparación para atender la diversidad.

¿Cómo se gana el respeto un profesor?

P.M.: Los primeros días son fundamentales. Ves por dónde tira, su estrategia. Tienen que prepararse para decir "cómo enseño". No puedes enseñar cada año igual porque tal vez es otro tipo de alumnado. Tienen que adaptarse alumnos y profesor, pero éste tiene que ser más dinámico. Si un profesor ve que los alumnos no le hacen caso, él tiene el problema y tiene que cambiar.

T.C.: Demostrando que domina su materia, que la sabe transmitir, que es respetuoso sin ser estricto, que acepta un cierto nivel de diálogo. Marca mucho llevar la clase muy preparada y que te vean profesional, que vean que eres el primero que respetas horarios y normas. Marca muchas veces el currículo no escrito: cómo hablamos, si somos condescendientes... Eso se transmite, pasa de un curso a otro.

J.J.G.: Es complicado. Un extraordinario docente que sabe mucho de su materia puede producir una enorme conflictividad porque el docente, como todas las personas, también emite una radiación. Los profesores marcan una cierta empatía con los alumnos y es complicado decir cómo. Muchas veces hay que diferenciar que también somos personas. La cuestión es que has de saber gestionar muy bien tu propia imagen y aquí nadie tiene la clave. Con el máster nuevo ya tenemos a los profesores tres meses en clase (yo hice sólo una hora), pero no llegan a estas cuestiones.

M.A.F.: La profesión de docente ha sido devaluada, no tiene respaldo social y creo que puede contribuir a aumentar la conflictividad. Si hablamos de un bombero, todos decimos "oh, eres un héroe". Si es profesor, todos decimos "ah, tienes muchas vacaciones". No se transmite la buena labor que hacen.

P.M.: En Noruega hay mucho más respeto al profesor, pero es que el sistema educativo es diferente y los mejores profesores se colocan en Primaria, la etapa en la que el niño lo aprende todo. Si un niño aprendiese valores y hábitos de trabajo en Primaria, luego en ESO tendría unas actitudes que el profesor podría aprovechar. Y es que veces el pasotismo es lo que empuja a los profesores a desinteresarse.

¿Las familias han pasado de trabajar con el profesor a convertirse en un ´enemigo´ más del docente?

J.J.G.: Se ha roto la coordinación con la familia, no tenemos su apoyo en absoluto. Y es aquí donde se ve la pérdida del respeto social. Antes los padres confiaban en el profesor, el adulto; ahora la confianza la tiene el niño, que aprende así que el padre le dará la razón frente al profesorcito ese.

T.C.: Lo que no puede ser es que la relación alumno-profesor se trate como una relación entre iguales, porque confundimos el respeto que se han de tener unos y otros.

J.J.G.: Volvemos al principio. Si yo, profesor, he tenido una pelea con un alumno, rápidamente ha de venir una autoridad, con dos o tres miembros, que automáticamente actúe. Ha de haber un cuerpo especial rápido y duro. No puedo ser yo el que ponga la pena porque soy parte implicada.

¿Los padres se desvinculan y relegan toda la educación a la escuela?

M.A.F.: No participa nadie en nada en general. En Infantil hay mucho contacto profesor-familia, pero se va perdiendo. No diría que relegan la educación en la escuela. Cuando son pequeños les pedimos que eduquen a unos niños a los que a lo mejor nosotros no educamos y cuando llegan a ESO les decimos "alerta: no eduquéis demasiado o yo me enfadaré". En ESO hay un alejamiento creado por el mismo centro: llegas y hay una barrera y un guardia de seguridad que, hasta que no lo conoces, ni siquiera sabes si te va a dejar pasar. No tienes tantas vías para comunicarte.

P.M.: Al padre la información que le llega son las quejas de sus hijos. Si un niño de 8 años se queja de un profesor, los padres creen más al profesor, pero cuando el alumno crece y llega a ESO, los padres creen al alumno, y es lo que hablamos de la pérdida de autoridad. No veo bien que hubiera tanta autoridad, pero ahora es que es nula en algunos casos. Se la tienen que ganar.

M.A.F.: En la familia también se ha pasado de un sistema autoritario a uno democrático. Yo he visto aumentar la conflictividad con mis hijas. Hemos de aprender a tratarla.

J.J.G: Desde Platón, el sistema de enseñanza es que una persona con una autoridad intelectual compartía conocimientos. Eso sigue igual. Lo que ha cambiado es el alumno.

M.A.F.: No sólo el alumno. Es la convivencia entre alumno y profesor lo que ha cambiado. Antes, los alumnos escuchaban y los profesores enseñaban. Ahora es de otra forma.

J.J.G.: Ha cambiado la fórmula del trato con los alumnos. Para estos ha cambiado su situación familiar, su propia libertad, su entorno, sus compañeros (el grupo ya no es uniforme)... El efecto colateral es mayor tensión con el grupo, en la familia, hacia el docente.

T.C.: Ha cambiado la sociedad, los alumnos, el ocio, la manera en que aprenden (antes en familia y escuela, y ahora en mil sitios más) y no hemos cambiado las aulas. El sistema educativo es muy lento para integrarlo y ellos van muy rápido, rapidísimo.

P.M.: Hay muchos tipos de alumnos y cada uno tiene una meta: algunos queremos seguir estudiando; otros, quieren estudiar pero no tanto... Pero nos juntan a todos. El método de un profesor servirá a unos para alcanzar su meta, pero a otro, con otra meta, no. Ese ´café para todos´ crea conflictos y es lo que debería cambiarse en el sistema educativo.