Jaume Matas es el primer presidente autonómico de la historia de España que vio cómo detenían en el despacho oficial a uno de sus directores generales, Jaume Massot. Francesc Antich es el segundo presidente autonómico de la historia de España que ha visto cómo detienen en el despacho oficial a uno de sus directores generales, Antoni Oliver. Para celebrarlo, el president contaminado desde ayer por la presunta corrupción de su Govern se refugia en la madriguera del Consolat. Noqueado, desde allí emite un quejido.

La mayoría de parados de Balears, que han pagado los cargos suntuosos del Govern así como sus supuestos cohechos y malversaciones, desconocen absolutamente la utilidad del Inestur y de Calidad Ambiental, departamentos donde medró el detenido. Comparten ignorancia con Antich, que no se ha dignado ofrecerles una explicación, cuando menos una disculpa.

Una jueza ha detenido a los autores del código ético del Pacto, al día siguiente de que un conseller de Antich interrumpiera sus funciones por un careo penal. El presidente trimestral de UM minimiza lo ocurrido, porque cualquier fechoría estaría justificada si el sector turístico queda contento. Sólo le ha faltado determinar el porcentaje exacto que se puede distraer, a cambio de cumplir con el horario laboral.

El PP llora la pérdida del monopolio, que el Govern del Pacto le disputa con notable pundonor corrupto. Armengol mantiene a los imputados en los cargos por los que están acusados. La parálisis de Antich al mantener a UM en el Govern no sólo hunde su ejecutivo –y a quién le importa– sino que arruina las posibilidades de un triunfo de la izquierda en años. Para el futuro, conviene recordar que Aina Calvo es la alcaldesa de Emaya.