Quelitas amb sobrassada, una ensaïmada, un siurell, sa roba de llengos, un ja te diré coses o un ara torn son elementos que identifican Mallorca. Pero realmente, ¿qué significa ser mallorquín? Si Francesc Antich emulara al mandatario francés Nicolas Zarkozy y abriera un debate sobre la identidad nacional mallorquina, encontraría una respuesta común: "Ser mallorquín es querer a esta tierra". Personalidades representativas de diversos estamentos sociales esbozan la identidad de la isla. La lengua, las tradiciones, las costumbres, el carácter mallorquín, el paisaje y la gastronomía se encuentran en la mayoría de sus respuestas. Eso sí, ser mallorquín no requiere haber nacido en la isla. "Las personas no pueden elegir dónde nacen pero sí dónde viven. Mallorquín es quien vive y quiere a Mallorca", resume Tolo Güell, que se siente afortunado de vivir en una tierra "magnífica" aunque esté "prostituida". En la misma línea se pronuncia la actriz Cati Solivellas: "Ser mallorquín es querer a Mallorca, su lengua, sus tradiciones, sus costumbres y su fiesta". Considera que la lengua es un "síntoma de inteligencia, la herramienta más eficaz para la integración". La tenista Nuria Llagostera, encantada de pertenecer a "una isla preciosa", considera imprescindible que la lengua se transmita y conservar nuestras costumbres y raíces. "El mallorquín y las tradiciones deben seguir enseñándose en las escuelas", sentencia.

Nuestra tierra se asemeja al "paraíso", dice Cati Solivellas, pero lamenta que haya carecido de buenos gestores. Tomeu Penya también admira la "belleza natural" de la isla, aunque le sobra "humo y cemento". Eso sí, vaya donde vaya a cantar su Illes dins un riu presume de ser mallorquín porque "es un orgullo, un honor". El cantante de Vilafranca no duda ni un momento su respuesta: "Ser mallorquín significa haber nacido en un paraíso terrenal, Mallorca". Uno de los elementos claves para describir sa nostra identitat es el carácter mallorquín. "Nos hemos formado en una isla, por ello, en un principio somos reservados pero cuando cogemos confianza, abrimos las puertas de casa y lo entregamos todo. Es una amistad de por vida. Los isleños se han vuelto cosmopolitas pero sin perder su personalidad", comenta el vilafranquer.

El artista Menéndez Rojas ve la isla como "un nudo de conexiones de culturas" que ha influido en la personalidad. "Somos tolerantes con lo foráneo pero tenemos un carácter cerrado, es difícil entrar a un mallorquín, lo que luego somos abiertos", desgrana el pintor, quien apunta que este carácter es un escudo ante el paso de culturas. El artista, que viaja por todos los rincones del globo, asegura que cuando se encuentra fuera de la isla está muy activo pero que sa roqueta le da paz y tranquilidad.

El presidente de Asaja-Balears, Biel Company, también recurre a la personalidad para esbozar la definición de mallorquín. "Es abierto y respetuoso con los demás". Como otros, defiende que lo es todo aquel que vive en Mallorca y por Mallorca. Es quien presume de las costumbres de la isla y de la manera de hacer. Y es que el agricultor considera que "hay cosas extraordinarias en el mundo y una de ellas es Mallorca". El director del Centre de Recerca Econòmica (CRE), Antoni Riera, sigue la línea de Company al sostener que se trata de un sentimiento de identidad que se alimenta a lo largo del tiempo a través de sus costumbres y hábitos.

El que fue jefe de servicio de cirugía maxilofacial de Son Dureta, Ignasi Forteza Rey, mantiene que "ser mallorquín no quiere decir sólo haber nacido en la isla. Es todo aquel que se siente identificado con la historia y la cultura de Mallorca". Por desgracia, dice, hay mallorquines que no lo viven tanto y, en cambio, hay foráneos que han adoptado este espíritu.

Nacer en Mallorca no es un requisito imprescindible para ser mallorquín. De hecho, el antropólogo Alexandre Miquel nació en Madrid y se considera mallorquín porque hace unos veinte años que reside en la isla. El profesor de la UIB asegura que es la "cosa más plural". "Hay unos que están arraigados en un pasado inexistente; otros que son cosmopolitas; otros que buscan una identidad diferencial y la construyen u otros, como yo, que se consideran mallorquines porque residen en la isla a pesar de nacer en otra ciudad".

´Queridos Mallorquines´

Como si de una versión del libro Queridos mallorquines se tratase, el escritor Miquel Dalmau define con gracia lo que es ser mallorquín: "Ser descendiente de catalanes que suelen ser hinchas del Real Madrid". "Es vivir en invierno donde los Reyes pasan el verano". El escritor catalán, que hace quince años que reside en esta isla, desgrana la personalidad de un isleño: "Un mallorquín de pura cepa prefiere charlar durante un siglo de un mismo problema antes que solucionarlo". "Es una tierra muy amante de los deportes pero cuyo deporte favorito es el espionaje social de sus vecinos". "Son emprendedores muy vagos". "Es tener muchas tiendas abiertas y el menor deseo de vender", concluye Dalmau en su irónica radiografía del mallorquín.

¿Y para nuestros políticos, qué significa ser mallorquín? El president del Govern, Francesc Antich, y la presidenta del Consell, Francina Armengol, coinciden: "Mallorquín es todo aquel o aquella que ha nacido, vive o trabaja en Mallorca y quiere a esta tierra". Sorprendido por la pregunta, Antich manifiesta que Mallorca es una "tierra que tiene unas singularidades propias como son la lengua, la cultura, las tradiciones y sus maravillosos recursos naturales. Las definiciones de los dos mandatarios socialistas parecen de manual ya que son calcadas. "Es una isla caracterizada por el cruce de civilizaciones, por lo tanto, la identidad de Mallorca es una construcción diaria de todos", dice Armengol mientras Antich añade que el encuentro de culturas deviene un "magnífico mestizaje que ha hecho de este pueblo, un pueblo abierto y solidario". Para el presidente del PP, José Ramon Bauzá, ser mallorquín implica primero reconocer y estar orgullosos de pertenecer a España. Al mismo tiempo, remarca, supone defender "nuestra propia identidad, la realidad geográfica y nuestro patrimonio cultural". "No vamos a tener más identidad por propulsarla políticamente a los cuatro vientos, porque la identidad se lleva en el corazón y se ejerce con los hechos de querer a Mallorca", resume. El líder popular mantiene que la identidad mallorquina se caracteriza por la acogida, la incorporación y la integración de otras realidades culturales".

Nacido o no en la isla, la conclusión es que para sentirse mallorquín el único requisito es querer a esta tierra.