El portal del edificio carece de la placa típica de los profesionales liberales, como si allí no trabajara el abogado más famoso de la isla. Para las fotografías, Rafael Perera (Palma, 1929) pide que le retraten junto al crucifijo. El letrado guarda las claves de la historia reciente de Mallorca. ¿Cuántos darían un riñón por conocer lo que él sólo sabe?

Por edad, el Tribunal Superior de Justicia de Balears (TSJB) le jubiló de magistrado hace diez años. Se pasó cuatro meses al sol, ejerciendo de pensionista. Durante aquel tiempo aprendió el nombre de todos los barcos atracados junto al Paseo Marítimo y frecuentó "las plantas del Corte Ingles". Pero comenzó a pensar "demasiado" sobre la vida y la muerte, y volvió a enfundarse la toga. Retornó al bando de su juventud, el de los letrados.

Su reto actual consiste en salvar el tipo a Jaume Matas, como antes hizo con otro ex president, Gabriel Cañellas. Si puede, se escapa al campo. "Mi única afición es la agricultura. Se me da muy bien el motocultor. Los árboles y las plantas son más agradecidas que las personas", dice Perera, quien se define como "lobo solitario". Se recrea en la idea de trabajar para los demás –"quizá, en una ONG"– cuando cuelgue los trastos.

–¿Cuánto cuestan sus memorias?

–No cuestan nada porque quedarán inéditas hasta la eternidad. No las escribiré porque no tengo interés en perpetuarme ni en pasar a la posteridad. Me parece una presunción inaceptable.

–¿El nombramiento del el ex ministro Alberto Oliart, de 81 años, como presidente de RTVE le da ánimos para seguir con la toga?

–Estoy rozando esa edad y me encuentro bien, con ganas de trabajar. Estoy seguro de que Oliart desempeñará el cargo mejor que un jovencito inexperto. Ahora parece que la experiencia no vale nada, pero como decían los militares, la veteranía es un grado.

–¿Se divierte más como abogado en supuestos delitos de sangre o en asuntos de corrupción política?

–No me divierto de ninguna de las maneras. Para mí es una preocupación, una carga. Tengo el inconveniente de que personalizo los casos, y eso me quita el sueño.

–¿Sabe dónde vive Matas?

–Naturalmente. La calle y el número los desconozco, pero estoy en contacto telefónico con él.

–Washington, Nueva York, Miami...

–Creo que ahora está en Nueva York, pero tampoco lo diría con seguridad.

–¿El ex president lee todo lo que se publica en Mallorca?

–Está informado de todo lo sustancial a través de internet.

–Usted que ha visto el palacete, ¿vale la pena arriesgar la carrera política por sus paredes?

–Eliminaría la palabra palacete. No creo que haya arriesgado su carrera política. Él decidió ponerle fin de forma voluntaria. La casa está bien, aunque se han exagerado muchas cosas. A mí no me gustaría vivir en ella, con esos techos a seis metros de altura y esos artesonados. Para una residencia oficial, me parece muy bien, pero para una vivienda... La encontré muy desangelada, con un estilo muy minimalista. Yo tengo aquí un canterano que es mucho mejor que una de sus cómodas. Durante el registro no observé más que una cómoda, un aparador y las camas. Eso sí, lo que se ve allí es de calidad.

–¿La compra y reforma del palacete se explican con el sueldo declarado por Matas?

–Ni puedo ni debo hablar. Al juez Castro, que es muy receptivo, le he pedido que las fotos y la filmación queden absolutamente secretas por respeto a la intimidad. He rogado, y el juez me respalda, que esto no se divulgue. Lo que se ha dicho es porque alguien se ha ido de la lengua. Eso supone faltar al secreto profesional, pese a que todos los funcionarios deben respetarlo en diligencias de este tipo.

–¿Ir pagando relojes, automóviles y mobiliario con billetes de 500 euros es lo más recomendable en el caso de un político y su familia?

–Pero, es que yo no sé si se ha pagado. No me consta todo eso. No sé si es un bulo. No puedo mojarme en este sentido.

–Matas ha reiterado su intención de explicarlo todo ante el juez pero, al margen del proceso judicial, la ciudadanía demanda una aclaración. ¿No es necesario que comparezca ante la prensa?

–Ahora es un ciudadano cualquiera y yo, por respeto a la autoridad judicial, le he aconsejado que dé explicaciones ante el juez.

–Pero no es un ciudadano al uso. Es el ex president de Balears.

–Como imputado, tiene el derecho a no declarar, pero no lo va a hacer. Pienso que es una persona honesta y podrá justificar todo lo justificable.

–En el caso Palma Arena, Matas obvió la legislación administrativa al contratar a dedo a los arquitectos García-Ruiz. Los implicados le sitúan como gran hacedor de aquel velódromo.

–No sé nada del Palma Arena.

–La sensación de que en la legislatura pasada se saquearon las arcas públicas, ¿se corresponde con la realidad?

–No puedo saberlo. Parece ser que han existido casos de corrupción. Creemos que sí por las cosas que se han visto, el Cola Cao.... Pienso que la mayoría de los políticos son honestos. La política no puede estar en manos de personas que carezcan de unos valores mínimos de honestidad para regir la cosa pública.

–Usted es una persona profundamente religiosa. ¿No le dan ganas de castigarles a rezar 80 avemarías?

–Tengo fe, gracias a Dios. Pienso que todos los malos han de purgar lo que han hecho, pero yo no voy a imponer ninguna penitencia porque soy abogado, no juez.

-Hasta hace poco era casi el único abogado del PP. Sin embargo, aparece una pluralidad de defensores y comienzan a producirse condenas a políticos populares. ¿Hay alguna relación?

–No, no, no. Por mi edad, la proliferación de asuntos y otras circunstancias, no podía con todo. Además, no soy abogado del PP. He llevado casos de este partido pero no estoy en nómina, por desgracia (sonríe).

–¿Quién es su sucesor como letrado más afamado de Mallorca?

–Rechazo esta calificación, que quede subrayado. Todo se basa en la dedicación y la personalización de los asuntos. Trabajo muchos sábados y domingos. Mi mujer no se ha divorciado, pero tiene motivos.

-Sus hijos también se dedican a la abogacía. ¿Tiene que ser difícil superar la sombra de su padre?

–No hay que superar nada, hay que trabajar. Por suerte, se toman las cosas con más tranquilidad que yo.

–En su tarjeta de visita ponía magistrado jubilado. ¿A cuantos de sus clientes condenaría?

–De los actuales, a ninguno.

–Los fiscales anticorrupción Carrau y Horrach. ¿Superhéroes o villanos alentados desde Ferraz?

–Juan Carrau y Pedro Horrach son unos grandes profesionales, trabajadores, competentes y honestos que cumplen su función. Carrau y yo nos hemos llevado muy bien, cada cual en su bando, jugando con las mismas armas y nobleza.

–¿El magistrado José Castro es el Baltasar Garzón de la Justicia mallorquina?

–Es asequible, trabajador y un buen juez instructor. Trata muy bien a los abogados. Puede resultar duro pero, a la vez, flexible. No es un juez envarado. No le veo puntos de contacto con Baltasar Garzón.

-Una maldad. ¿Su nombramiento como juez del TSJB fue un premio por salvar al ex president Cañellas en el caso Túnel de Sóller?

–Nunca había oído eso. En absoluto. Cañellas ya estaba requeterretirado. Supongo que en Madrid me nombraron porque era el más viejo y pensaron que duraría menos (ríe).

–Solucione en tres líneas el secuestro del atunero vasco Alakrana.

–Se ha armado un taco y no veo una solución fácil. Es un verdadero engendro porque se han metido los políticos y los jueces. Unos y otros querrían quitárselo de encima.

–Mucho antes de la serie CSI usted ya salvó de la prisión a un policía que trabajaba para los March.

–Es el caso más bonito que recuerdo. Era un policía en excedencia que ejercía de guardaespaldas de un miembro de la familia March. En la finca de Menut, en una tarde de verano, el policía quería echar una siesta pero había unos que metían ruido. Sacó la pistola y un hombre acabó muerto. Yo llevé un maniquí y una varilla para evidenciar la trayectoria de la bala. Se demostró que el proyectil rebotó y alcanzó a la víctima. El tribunal consideró que no fue un asesinato, sino un homicidio imprudente. Le condenaron a dos años y pico en vez de a treinta.

–¿Tenía perdido de antemano el juicio de Royaltur –el hotelero Jaume Moll se querelló contra ex directivos de la inmobiliaria Alcázar y Banca March por presunta estafa–?

–El fiscal Carrau, el terror de los mares, ya había pedido reiteradamente la absolución, eso quería decir que el caso era muy difícil. A veces toca bailar con la fea. Yo no elijo a los clientes, sino que ellos me eligen a mí. Yo he hecho todo lo posible y le expuse a Moll las grandes dificultades.

–Usted salió al balcón del palacete de Matas para sacar fotos a la prensa. ¿Lo hizo por su afición a la fotografía, porque estaba ante un día histórico o por el carácter festivo de la jornada?

–Aquello no tenía ningún tinte festivo. A mí me gusta la fotografía. Consideré oportuno plasmar la presencia de treinta periodistas con sus cámaras y una unidad móvil de televisión, pese a tratarse de una diligencia secreta –yo me enteré tres horas antes a través del juez–. Yo no me quejo de la diligencia, sino de la falta de respeto a la privacidad.

–¿Cuántos cuadros del falsificador Elmyr de Hory cuelgan de los museos?

–No lo sé. Yo tengo dos, pero firmados por él. El presumía de que cuando muriese, temblarían los directores de todos los museos, empezando por el de Arte Moderno de Nueva York. La verdad es que falleció y no ha pasado nada. A mí me decepcionó, tenía un ego enorme. Tuve la impresión de que Elmyr era tan falsario que no sabía pintar y tenía unos negros que lo hacían por él. Unos al estilo de Matisse, otros como Modigliani, Picasso...

–Los abogados más reputados participaron en la defensa de los acusados de Son Banya. ¿Los del clan no recurrieron a usted?

–Últimamente no, pero ´La Paca´ ha estado sentada en esta silla y yo he ido a ver a su marido al hospital. Yo he tenido que apartarme necesariamente de estos asuntos. Siempre he sido un lobo solitario y he tenido que seleccionar. Ahora se imponen los bufetes con 20 abogados y muy organizados. A mí me da mejor resultado el contacto directo con el cliente. El cliente quiere ver al abogado, que le llame personalmente y no el pasante. Eso es más carga de trabajo.