Los follones internos no son sólo cosa del Pacto; aparte de sus malos rollos con PSOE y UM, el Bloc también vive de puertas para adentro su particular calvario, o quién sabe si una liberación...

Además de un batiburrillo de siglas, la marca que engloba a Esquerra Unida (EU), Els Verds (EV), Esquerra-Balears (ERC) y que capitanea el PSM ha resultado ser la Casa de Tócame Roque, y transcurrido el ecuador de la legislatura contempla con incertidumbre su futuro. "Fue una buena idea para encarar las elecciones de 2007, de no haberse presentado el Bloc debemos tener claro que hoy seguiría gobernando Balears el PP y su corrupción", sentencia un dirigente del PSM, quien asimismo confiesa que, "de otro modo, no habrían salido los cinco diputados" que arrebataron la mayoría a Jaume Matas. Ahora, "visto lo visto, cada uno campa a sus anchas y nadie sabe qué pasará en 2011, aunque no parece que la experiencia vuelva a repetirse", se sincera este pesemero.

Se sabía desde el principio que la alianza conllevaría sus rifirrafes, para equilibrar la cuota de protagonismo de sus miembros. Sin embargo, las elecciones europeas del pasado 7 de junio marcaron un punto de inflexión en el seno del Bloc, con el veto de Esquerra-Balears a que el PSM se sumara a la coalición Europa dels Pobles, junto a otras formaciones nacionalistas del Estado. Por vez primera en su historia, el PSM no se presentó a unos comicios, lo que sentó como un mazazo entre las bases y la cúpula, indignada con "la chulería" de Joan Lladó, el líder de Esquerra en las islas y que ostenta el cargo de conseller insular de Interior gracias precisamente al Bloc. Pero es en las últimas semanas cuando se ha llegado a un punto de desencuentro que ya no se oculta en público.

Hace tiempo que desde Esquerra se esgrime que el PSM es "el primero que ha traicionado el espíritu del Bloc, y se cree que sólo lo integra él, olvidándose de los demás". Los de Lladó critican que el PSM copa toda la atención mediática –su secretario general, Biel Barceló, es también el portavoz del Bloc y por lo tanto su cara visible– y que "no reparte juego", de ahí que se vayan desmarcando de vez en cuando para recordarles que existen. Como el viernes pasado, en que Joan Lladó llegó a amenazar con votar por separado el Plan director sectorial de Carreteras en el pleno del Consell de Mallorca, si no se frenan determinados proyectos que Esquerra rechaza de lleno por impactantes. La advertencia no gustado en demasía a Joana Lluïsa Mascaró (PSM), que es la principal negociadora del Plan con el PSOE y UM, básicamente porque desde el PSM se rebate que "no se hace nada en el Bloc que no esté consensuado".

Entre Esquerra Unida y Els Verds, las cosas tampoco andan de lo mejor. Hay un sector, representado por Miquel Rosselló o Josefina Santiago que apuesta claramente por la continuidad del Bloc. Pero Eberhard Grosske, teniente de alcaldesa de Palma, "va por libre" –afirman desde el PSM y la propia EU–, y no parece que precisamente vaya a pugnar por repetir la fórmula. Asimismo, una parte de EU exige más firmeza del Bloc ante los casos de corrupción, y que dimitan desde Miquel Nadal a Maria Antònia Munar, ambos de UM, aunque sean socios de gobierno.

Para más inri, desde EU ya han advertido ahora que no votarán a Marilena Tugores, de Els Verds, como futura senadora autonómica en sustitución de Pere Sampol (PSM).

Y por si no bastara, el PSM ha iniciado su debate interno sobre si en las próximas elecciones autonómicas le conviene más ir por separado o sólo con partidos nacionalistas, como sus escindidos de Entesa per Mallorca, que abandonaron el partido precisamente porque la mayoría de pesemeros aprobaron que el Bloc se convirtiera en el nuevo "sujeto político" de referencia. Ni sus defensores de entonces se atreven ahora a dar la cara por ello.