La cifra de cien mil parados en Balears para el próximo invierno ha venido anunciándose como una maldición inevitable. El indeseado aluvión de desempleados, finalmente, parece haber llegado. El comité de recepción se nutre de la impotencia de los afectados y gobernantes, el regocijo de algunos políticos de la oposición, la indiferencia de muchos de los no damnificados y el egoísmo de los intocables.

La salida del túnel cada vez se aplaza más y apenas hay voces sensatas que llamen a la solidaridad y a la búsqueda de otros modelos económicos más estables y justos.