El president del Govern, Francesc Antich, ha asistido cada año durante sus mandatos a la inauguración solemne del curso universitario. Ayer, las obligaciones parlamentarias anuales del debate de política general le impidieron recibir los venablos que la rectora de la institución fue lanzando educada y pausadamente durante su intervención. Los recibió en cambio el conseller Bartomeu Llinàs.

Para Montserrat Casas, el incremento reciente de estudiantes se convierte "en pesadilla por la falta de espacio disponible". Y si bien el rectorado es "consciente de las dificultades económicas que atraviesa la economía", cree "imprescindible" que el Govern cumpla su compromiso de "iniciar el segundo edificio interdepartamental".

Para la rectora, la promoción de los estudios superiores que esgrime recurrentemente el Govern "queda vacía de contenido" si la UIB tiene "problemas serios para ofrecer un espacio digno a todos los estudiantes"; y citó el edificio prefabricado de posgrado que, "para decirlo de una manera políticamente correcta, con una antigüedad de doce años, no reúne ya las condiciones óptimas para su uso".

Un laboratorio para Universitat-Empresa, la eliminación definitiva de barreras arquitectónicas en el edificio palmesano de sa Riera –precisamente donde se celebra la Universitat Oberta per a Majors– formaron parte del listado de deudas. En este contexto, Casas insistió en que promoverá la construcción de "viviendas de protección oficial en régimen de alquiler" como "alternativa" para los miembros de la comunidad universitaria y visitantes que deseen residir allí.

Casas recordó al final de su discurso un viejo axioma: "Por cada euro que se invierte en la Universidad, vuelven 2,4 a la comunidad autónoma". El conseller Llinàs justificaría luego, en los corros del cóctel de celebración, que él mismo se encuentra "luchando con uñas y dientes" para que no se reduzcan los presupuestos de Educación en 2010, dentro de los recortes que se pactan en el Consolat.

Pero la intervención de Casas no sólo apremió al Govern a cumplir sus compromisos. Celebró la rectora –y el conseller convino en ello– que la UIB ya haya adaptado el 87% de sus títulos de grado a la normativa europea que este año se aplica, a la vez que la elevada actividad investigadora y editora de su personal, con una cartera de 36 patentes. Hasta 27 nuevas titulaciones continúan acercando este curso la UIB al Espacio Europeo de Estudios Superiores en vigor.

El acto contó con una lección inaugural sobre Darwinismo y genética, a cargo del catedrático Eduard Petitpierre, en su último año docente, además de la original memoria del año académico –comparando la universidad descrita por Alfonso X con la actual– por parte del secretario, Federico Garau.

Sólo una novedad en el acto: la concesión de la medalla Ramon Llull a Kerstin Englund, que durante una década ha cedido el edificio que ha sido la sede de la fundación Universitat Empresa.