En un minuto los terroristas alojaron el artefacto que cercenó las vidas de Carlos Sáenz de Tejada y Diego Salvà. La considerable distancia entre el suelo y el chasis del Nissan Terrano, los numerosos recovecos del bajo, y la ausencia de vigilancia en la calle de na Boira, en Palmanova, facilitaron la tarea de los asesinos.

Un vistazo al vientre de un Terrano gemelo al de los dos guardias civiles, desvela su vulnerabilidad ante bombas lapas de reducido tamaño. Como adelantó ayer este diario, el artilugio mortífero disponía de entre dos y dos kilos y medio de sustancia explosiva. Por las características de la detonación –vertical y de escasa incidencia en los vehículos cercanos–, el artefacto se instaló en el corazón del cuatro por cuatro. Su ubicación más probable sería sobre el travesaño próximo a la caja de cambios y, como ya ha desvelado la investigación, sujeto mediante bridas de plástico. Así, el explosivo sólo distaría una decena de centímetros de los guardias civiles, que literalmente se sentaron sobre el dispositivo mortal.

Este emplazamiento hace imposible su detección a través de los espejos que se pasan bajo el chasis para visualizar trampas mortales. Precisamente, el todoterreno de Salvà y Sáenz de Tejada viajó unas horas antes del estallido hasta la Comandancia del Instituto Armado en Palma, donde pasó los controles rutinarios.

Como ocurrió con la bomba lapa que mató a Eduardo Puelles el pasado 19 de junio en Arrigorriaga, el artefacto estalló con un movimiento mínimo, circunstancia que supone un cambio con respecto a las tradicionales "lapas" de ETA. El artefacto que asesinó al inspector, según los análisis realizados, era más potente y sofisticado que las bombas adosadas hasta entonces, caso de los intentos fracasados contra el escolta Gabriel Ginés, el 9 de octubre de 2007, y el policía bilbaíno que el 16 de septiembre pasado recorrió diez kilómetros sin que reventara la "tartera" que llevaba adherida al coche. Este perfeccionamiento, según los expertos, avala la tesis de la llegada de un nuevo especialista a la organización.

Entre los policías ya circula una serie de recomendaciones destinadas a evitar ataques como los sufridos por Puelles, Carlos Sáenz de Tejada y Diego Salvà. Estos consejos advierten del uso de lapas ´multipropósito´ –tienen como objetivo provocar un incendio, deformar el vehículo para evitar que se puedan abrir las puertas y la víctima muera calcinada–. Además, se advierte de que los terroristas buscan huecos que hacen imposible su descubrimiento aunque el agente se agache para inspeccionar el chasis. Para minimizar los daños, se recomienda emplear el combustible mínimo necesario; no ponerse el cinturón de seguridad en los primeros instantes; dar el contacto con la puerta abierta para poder escapar; y mantener las ventanillas bajadas para minimizar el impacto de la onda de presión.