La relevancia social que ha adquirido la gripe A ya se deja notar en los centros sanitarios de la isla. Son Llàtzer representa un claro ejemplo. Media docena de trabajadores de este hospital confirmaron ayer a este diario un repunte en el número de personas que acuden a urgencias, muchas de ellas, temerosas de padecer esta dolencia. "Si habitualmente atendemos cada día a unas 300 personas, ahora hemos llegado a recibir a 360 –un 20% más–", explica un sanitario.

El gerente de Son Llàtzer, Luis Alegre, reconoce crestas cercanas a las mencionadas por uno de sus empleados. Así ha ocurrido los últimos dos lunes. No obstante, minimiza la situación: "Del 22 al 28 de julio se incrementaron las consultas un 4,2% respecto al mismo periodo del año anterior pero, al mismo tiempo, han caído un 3,6% en comparación a la semana anterior, la que va del 15 al 21 de julio". Este hecho puede deberse a que fue durante esos días cuando se divulgó el caso de la joven nigeriana Mabel Innocent, quien se convirtió en la primera víctima mortal de Balears.

Como suele suceder con otras patologías de gran repercusión mediática, la gripe A genera cierta psicosis entre la población. "A veces vienen familias enteras porque creen estar infectadas", detalla un empleado de Son Llàtzer. El mensaje de que el 90% de los casos es leve y se resuelve con reposo domiciliario e ingestión de líquidos cala muy despacio. Incluso los profesionales sanitarios redoblan las precauciones. "Ahora nos ponemos mascarillas cuando antes no lo hacíamos", admite una trabajadora a las puertas de urgencias. La proliferación de los tapabocas también es propia de Son Dureta, apuntan desde el universitario.

Juan, un albañil de mediana edad, aguardaba ayer en el vestíbulo de Son Llàtzer los resultados del análisis. Una mascarilla sobre su boca y sus manos enfundadas en unos guantes azules le distinguen del resto de usuarios. "El sábado empezó a sentirse mal pero siguió trabajando. Desde entonces, cada día padece fiebre. Hace años que no sufre una gripe tan fuerte", explica Rosalía, su mujer. Juan tose y asiente con la cabeza.

Pero si la gripe A genera inquietud, más incertidumbre provoca la falta de medios materiales y humanos, como así se lo trasladaron a este rotativo los trabajadores consultados en Son Llàtzer. "Ayer [por el pasado martes] había 15 pacientes en camas emplazadas en los pasillos de urgencias. Mantienen plantas cerradas para ahorrar mientras ubican a la gente de esta manera", denuncia un profesional. El gerente negó que fuera habitual y matiza que el pasado martes coincidió con una jornada de "mucha programación quirúrgica". "Al final del día se dio de alta a 59 personas y se eliminaron las camas de los pasillos", puntualizó Luis Alegre.

Desde CCOO en Son Dureta se destaca que en verano es habitual una reducción de personal porque la Conselleria no cubre todas las plazas de los sanitarios que se van de vacaciones. UGT constata cierto "pánico infundado" entre la población –"algunos acuden con simples síntomas catarrales"–, y señala que el Govern ha seguido las medidas dictadas por el Ministerio. Sin embargo, los profesionales consultados lamentan las carencias materiales y humanas que pueden hacerse más evidentes cuando la gripe A se desarrolle de manera descarnada.