Recuerde las viejas recetas para salvar la economía. El Fondo Monetario Internacional de Rodrigo Rato, el Banco Mundial, la CEOE y su sucursal balear -la CAEB- siempre utilizaban los mismos ingredientes ante cualquier situación: moderación salarial y flexibilidad laboral (léase despido barato).

En algunas ocasiones alertaban sobre "el elevado endeudamiento de las familias". Nótese como la carga de la culpa siempre recaía sobre el núcleo familiar, jamás sobre los impulsores del desproporcionado número y cuantía de los empréstitos.

Intente recordar cuándo los honorables organismo mundiales, nacionales o locales advirtieron sobre la economía especulativa, los créditos basura o las operaciones sin ley ni ética a las que se lanzaban banqueros y empresarios de éxito. Nunca. Por tanto, desconfíe de las soluciones que aporten ahora los mismos que fueron incapaces de apuntar al verdadero núcleo del problema de la crisis que nos azota.

Harán falta sacrificios -y esos sacrificios suponen la suma de esfuerzo e inteligencia. Pero también serán imprescindibles elevadas dosis de solidaridad para que la salvación de unos no sea a costa de la desgracia de los más desfavorecidos.

Los sacrificios deberán repartirse entre todos. Por tanto, si en tiempos de opulencia ya debíamos sentir desprecio por los políticos que se dan banquetes a costa del dinero público, los funcionarios que hacen la compra en horario laboral o la opulencia excesiva -por poner solo tres ejemplos-, a partir de ahora tendremos derecho a odiarlos.

Ahora que la TIA de la comunidad de Madrid, que preside Esperanza Aguirre, ha salido a la luz pública, ¿recuerda qué autonomía fue pionera en montar un servicio secreto, dirigido por émulos de Mortadelo y Filemón, en dependenciaspúblicas? Balears, por supuesto. Ocurrió en los primeros años de andadura autonómica.

Ahora que sentimos bochorno por las andanzas de los imitadores de Anacleto agente secreto, ¿recuerda qué presidente de una comunidad autónoma se dedicó a espiar y vulnerar el correo electrónico de un rival

para obtener ventajas políticas? Sí, Jaume Matas. Eso sí, todo era legal aunque éticamente reprobable, según los jueces.