Klaus Graf se distingue por su hermetismo. Después de más de cuarenta años en la isla, poco se sabe del dueño de una de las marcas más habituales en las cocinas de medio país. La variedad de sus negocios en la isla es de lo más dispar: produce vino, aceite y mermelada, da alojamiento en su hotel Son Caliu, dispone de la concesión de Puerto Portals y, de momento, manufactura grifería sanitaria.

El éxito del magnate del acero, nacido a orillas del Mein, se comienza a fraguar en 1972, cuando adquirió la participación mayoritaria de Thielmann und Klein AG, una empresa industrial consolidada en Alemania. Al año siguiente, los hermanos cántabros Gómez Casuso requirieron su cooperación y adquirió la totalidad de las acciones de estos empresarios locales en una sociedad que se denominó Teka Industrial. Fue entonces cuando se produjo el desembarco definitivo en España. El país vivía un momento de rápido desarrollo y Teka alcanzó una cuota importante en el mercado de los fregaderos. La crisis por la que atravesaba centroeuropa propició su progresiva desvinculación de Alemania.

El hijo del bizco

A cambio, Klaus Graf se ató a Mallorca. Y de qué modo. Ejemplarizó la compra masiva de predios por parte de capital germano. En 1989 inició la adquisición paulatina de la aldea de Biniagual -deriva del término árabe ´beni ahual´, que significa hijo del bizco-, enclavada en el término de Binissalem. Las quince casas de la aldea fueron cayendo en sus manos, al igual que los terrenos adyacentes. En total, amasa 1,7 millones de metros cuadrados. Sólo el pequeño oratorio del Obispado permanece ajeno a su cartera de inversiones. Aquella adquisición y el posterior cierre de los caminos públicos le granjeó la enemistad de algunos vecinos de Binissalem.

Pero antes que Biniagual figura en sus vitrinas un trofeo mucho más lucido. En 1981 Klaus Graf levantó sobre el litoral el exclusivo puerto deportivo de Portals. La concesión de la zona náutica le expuso sin quererlo a los focos de las cámaras hace tres años. Francisco Hernando, el Pocero, pretendió el control de la concesionaria pagando 9,3 millones de euros. La jueza del caso desestimó la demanda del constructor madrileño y el alemán volvió al anonimato hasta el pasado miércoles, cuando se anunció el cierre de Casa Buades.

El desmantelamiento de la fábrica de Binissalem corre a cargo de uno de sus hombres de confianza, Arturo Baldasano, aspirante a presidir el Real Madrid en las anteriores elecciones. Graf, en un segundo plano, disfruta de sus caldos blancos y tintos ´Verán´ o del rosado Forat de Gorc.