Seis buques gemelos han escrito un buen número de páginas de la historia marítima de España -y particularmente de Balears- durante tres décadas: los canguros, que día tras día recalaban en los muelles de Palma. Con el cambio de siglo y la entrada en servicio de buques más modernos, estos dejaron de frecuentar las islas y finalmente, en el penúltimo día de 2008 el último de los canguros en activo realizó su travesía final.

La historia de estos barcos se remonta a finales de los años 60, cuando la naviera Ybarra encargó a los astilleros valencianos Unión Naval de Levante un novedoso barco para participar en la llamada ´autopista azul´ entre Barcelona y Génova, ruta que hasta ese momento operaban exclusivamente barcos italianos bautizados como ´canguros´. El canguro español fue sometido a un importante estudio aerodinámico del que salió su característica silueta, que a decir del historiador náutico Juan Carlos Díaz-Lorenzo "dio a esta serie de barcos una elegante estampa marinera" y ciertamente diseño equilibrado no ha sido repetido en los ferrys de nueva generación.

El Canguro Cabo San Sebastián fue el primero en entrar en servicio el 2 de octubre de 1972 en la línea Barcelona-Palma, ruta que se alternaba con Génova hasta la llegada de la segunda unidad, el Canguro Cabo San Jorge ya en 1976, con el que se doblaron los servicios entre Mallorca y la capital catalana. Ybarra y compañía encargó un tercer barco al astillero, proyectado como Cabo San Martín, pero la delicada situación económica de la naviera sevillana -sus dos ferrys estaban matriculados en esa ciudad- hicieron que finalmente ese barco en construcción fuese comprado por Trasmediterránea, y acabó bautizado con el poco marinero nombre de Ciudad de Badajoz. El viaje inaugural de este, en 1979, fue también un Barcelona-Palma, ruta en la que Ybarra y Trasmediterránea compitieron durante un par de años con cuatro barcos idénticos -en 1980 se botó el Ciudad de Sevilla-, aunque finalmente la Tras acabó comprando los dos buques de su competidora en 1981. El San Sebastián se convirtió en Ciudad de Palma, mientras que el San Jorge tomó el nombre de Ciudad de Santa Cruz de la Palma, ya que la naviera quiso enviarlo a Canarias para reforzar y modernizar sus servicios interinsulares en aquel archipiélago.

Doce meses después de su incorporación a la compañía, en un baile de nombres por intereses comerciales e insulares, ambos barcos intercambiaron su denominación y desde los astilleros de Valencia llegó el quinto canguro en 1982, que fue bautizado con otro nombre de secano: Ciudad de Salamanca. La serie canguro culminó con una sexta unidad, el Ciudad de Valencia, que empezó a navegar en 1984 en las rutas península-Balears.

Durante todos estos años los canguros se convirtieron en el barco más popular de cuantos recalaban por las islas. Para varias generaciones de personas viajar en ellos suposo su primera experiencia marítima con la que además conocían las islas. A su vez, para la gente de Balears se convirtió en un medio moderno para poder llegar a la península con su vehículo en pocas horas, mientras que para los transportistas significó también una gran mejora en la calidad del servicio. En las 36 temporadas se han vivido un buen número de anécdotas a bordo de los seis buques, unas contables, otras que pasaron más desapercibidas, algunas que nunca se sabrán y unas cuantas que trascendieron lo meramente marítimo para convertirse en noticia de alcance internacional.

El caso más sonado fue el accidente que sufrió el Ciudad de Sevilla entrando al puerto de Palma el 19 de octubre de 1982. A 300 metros de la bocana este quedó sin gobierno y las olas le arrastraron hasta hacerle embarrancar en las cercanías de Marivent. La espectacular fotografía del ferry escorado sobre las rocas con la residencia real de verano como fondo fue portada de Diario de Mallorca y de la mayoría de periódicos españoles y algunos extranjeros del día siguiente. El Sevilla quedó casi 60 días junto al castillo de San Carlos hasta que pudo ser remolcado. La reparación de los daños efectuada entre Cartagena y Valencia y se dilató mas de dos años. También fue sonado el secuestro del Capitán Moranta por dos delincuentes teóricamente custodiados por la Guardia Civil a bordo del Ciudad de Salamanca en 1984. Otros episodios tristes fueron el suicidio del marido de la actriz Mary Santpere que decidió quitarse la vida lanzándose por la borda en una travesía, o la muerte en plena navegación por infarto del Capitán Díaz de Bustamante, uno de los oficiales mas queridos de la Tras.

En el lado positivo, a bordo de los canguros se rodaron películas de cine, se celebraron sonadas fiestas de aniversario como el 75 aniversario de Foment de Turisme de Mallorca en 1980 y se realizaron un buen número de minicruceros Barcelona-Eivissa-Palma-Barcelona y otros recorridos por el Mediterráneo de grato recuerdo para pasajeros y tripulaciones. El Ciudad de Valencia participó en un programa en directo de TVE, donde su capitán demostró su pericia dentro del puerto y también en ese mismo buque, en 1995, se hizo una de las cenas de gala mas importantes vividas a bordo de un barco español con la presencia de todos los ministros de transporte de la Unión Europea, convocada por Josep Borrell, a la sazón titular español de esa cartera, que presidió el evento junto al Capitán Vera en una tranquila noche de navegación en la bahía de Palma

El mallorquín Joan Vera Quiñones, capitán de la marina mercante desde 1974 tiene un gratísimo recuerdo de los canguros y llegó a ser capitán de cinco de ellos en diferentes periodos desde mediados de los 80 hasta su jubilación en 2000. De todos esos años tiene en mente muchísimos momentos irrepetibles, aunque lo que recuerda con más cariño es la vida que a bordo, el trato dado al pasaje, la sana competencia entre los diferentes canguros para conseguir el premio a la calidad que se otorgaba al final de cada temporada y el orgullo de las tripulaciones, muy cohesionadas e identificadas con los barcos en los que se navegaba durante temporadas muy largas, pero en compensación algo más variadas que en la actualidad. Unos tiempos que como las estelas ya han quedado atrás.

Con la entrada en servicio de los Super Ferrys Sorolla y Fortuny a partir de 2001, los canguros pasaron a un segundo plano en la flota de Trasmediterránea, en aquel momento a punto de ser comprada por un consorcio de empresas liderado por Acciona. La posterior llegada de buques Ro-Pax como los Murillo o Zurbarán acabaron relegando a los veteranos ferrys a rutas norteafricanas.

La historia de los canguros acaba, curiosamente, en Palamós y Sant Carles de la Ràpita, dos puertos donde nunca habían atracado antes. Álvaro Gutiérrez, director de explotación de la compañía explicó a este diario que la normativa SOLAS (acrónimo inglés de Convenio Internacional para la Seguridad de la Vida Humana en el Mar) obligaba a realizar unas costosísimas modificaciones a los barcos para que pudiesen seguir recalando en puertos europeos a partir de 2010. Estos cambios no resultaban rentables tanto por la fuerte inversión como por la veteranía de unos buques que desde hace unos años ya tienen claros sustitutos en los barcos anteriormente mencionados. De ahí que se hayan buscado dos puertos para guardarlos hasta su adquisición por un nuevo propietario... o su desguace.