A Isidro Quesada, como a tantos miles de españoles, este año "le ha cambiado la vida". No es para menos, este año, por primera vez en dos décadas, este trabajador de la construcción se ha quedado sin empleo.

No sabe muy bien cómo, pero este hombre de 41 años, cree que va "a salir adelante como siempre lo he hecho", comentaba ayer mientras aguardaba en la calle, engrosando la cola de parados que esperan para entrar en la oficina del INEM de Porta de´s Camp; una fila que después de una hora de la apertura de puertas aún daba la vuelta a la esquina; una fila "que asustaba".

En esa cola la desesperación y la esperanza conformaban una extraña mezcla. Como Isidro, Sabina también confía en que encontrará algo. "Siempre hay esperanzas, aunque sean muy poquitas; sino, mátate ya", decía esta mujer bromeando de 40 años que ha trabajado durante el verano como camarera y espera encontrar una ocupación para el invierno, "porque yo no llego con lo que me den del paro".

Otros lo veían con peor color, como Melva, de origen ecuatoriano y con 58 años, que tras quedarse sin empleo quiere arrancar con un negocio propio y establecerse como autónoma. Tras más de media hora de cola y en su énesima visita a la oficina, acudió ayer a ver si conseguía por fin el pago único para poder impulsar un local de multiservicios, con locutorio y ordenadores. Le dijeron que le faltaba un papel. "Estoy desesperada, soy viuda, tengo una hija en el instituto y estoy cansada", decía con lágrimas en los ojos.

La falta de información clara y la gestión del INEM fue duramente cuestionada por varios de los ciudadanos que acudieron ayer a apuntarse al paro. Como Enric, un joven de 19 años, que se estrenó ayer como parado y no acababa de entender el sistema.

"¿Tengo que hacer esta cola sólo para pedir una cita que seguramente me darán para dentro de un montón de tiempo?", preguntaba incrédulo, "pensé que estaría mejor organizado". Enric se mostraba resignado ante el hecho de buscar su primer empleo en uno de los peores momentos de la coyuntura económica.

"¿Qué vamos a hacer? Las cosas van así", decía. Comentaba que le gustaría trabajar de "dependiente o algo así", pero, reconocía que veía "difícil" el poder elegir: "vamos a ver primero si hay algo y qué hay".

Entre todas las almas que se alineaban cómo podían en la estrecha acera de Porta de´s Camp, también había quien veía la situación con optimismo y que incluso señalaban que esta temporada turística "ha acabado más tarde de lo normal", señalaban Beatriz y Carmen, camareras de piso que ayer se mostraban tranquilas porque tienen un puesto garantizado a partir de febrero. No obstante, apuntaban que "en invierno las mujeres lo tienen más crudo para encontrar algún trabajo".