Un mallorquín llega a Malta y se da cuenta de que sus conocimientos sobre la isla vecina son leves referencias: los caballeros de Malta y el Halcón Maltés. Nuestro protagonista se encuentra entonces con un maltés quien, al enterarse de que el visitante es mallorquín, sonríe y le dice contento: "¡Cómo los hermanos Cotoner!".

El impresionante legado que los baleares Rafael y Nicolás Cotoner, caballeros de la Orden de Malta, han dejado en varias ciudades de este país es motivo de orgullo para los malteses, así como debería serlo para los mallorquines.

Hasta tal punto llega la labor de estos Grandes Maestres de la Orden que la zona al sur de La Valetta -la capital- es conocida popularmente como ´la Cotonera´. Allí, Rafael y Nicolás fundaron las villas fortificadas de Vittoriosa, Senglea y Cospicua para defenderse de las invasiones turcas en la segunda mitad del siglo XVII.

Conocidas también como ´Las Tres Ciudades´ hoy, ya sin combates ni asedios, se han transformado en un tranquilo lugar para vivir y en un buen sitio para callejear y perderse como turista. Los malteses no ocultan su satisfacción por las seis impresionantes murallas de piedra caliza que se erigieron por orden de Nicolás Cotoner entre 1670 y 1680.

Después de ver cómo los turcos habían tomado la población italiana de Candia, el mallorquín ideó junto a un ingeniero militar un imponente proyecto defensivo: encerrar entre los muros una vasta área de tierra protegida, capaz de cobijar a unas 40.000 personas con ganado y víveres en caso de asedio.

Trabajaron miles de hombres en la construcción de unas murallas que, si bien nunca recibieron su bautismo de fuego, ahora se muestran, perfectamente restauradas e impecables, como uno de los puntos más atractivos de la isla. Al valor turístico que la labor de los Cotoner dio a la zona hay que sumar otro interesante mercado: el de los rodajes de películas. Así, en estas ciudades se pudo ver a Russell Crowe corriendo por sus calles mientras rodaba ´Gladiator´, así como a Brad Pitt con su atuendo de Aquiles en el rodaje de ´Troya´.

Si la labor que desarrollaron los Cotoner en los alrededores del puerto de La Valetta es impresionante por su magnitud y ambición, el trabajo que llevaron a cabo en el interior de su catedral sorprende por su cuidada elegancia e impresionante lujo.

Nicolás y Rafael financiaron en buena parte la decoración de la co-catedral de San Juan, y se aprecia nada más entrar que no repararon en gastos y no descuidaron absolutamente ningún detalle.

El recinto tiene todas sus paredes cubiertas por caliza dorada y el suelo está compuesto por 400 lápidas de mármol. Si el suelo acapara inevitablemente la mirada del visitante, otro tanto sucede con el techo, cuyas bóvedas acogen refinados frescos pintados directamente en la piedra. Además, por si faltaran atractivos, los malteses pueden presumir (y presumen) de tener allí el único cuadro que firmó en toda su vida el gran maestro barroco del claroscuro, Caravaggio.

El agradecimiento del pueblo maltés a los hermanos Cotoner se hace patente en el bonito mausoleo que les han dedicado en la iglesia, donde hay numerosos retratos y bustos de ellos, así como en varias paredes cubiertas hasta el techo por el sello de la familia repetido un sinfín de veces. En Palma los hermanos también tienen su lugar de reconocimiento en la iglesia de Sant Jaume, donde reposan sus corazones.

Para conocer mejor cómo vivían los caballeros Nicolás y Rafael en La Valetta e intentar hacerse una idea de hasta dónde alcanzaba la majestuosidad de la Orden, nada mejor que acercarse hasta "el Palazz" donde residían.

Siguiendo el mismo estilo que en la catedral, en el Palacio de los Grandes Maestres no se privaron de nada. Los visitantes pueden pasar horas recorriendo sus enormes pasillos, vigilados por las armaduras vacías y por los retratos de los Grandes Maestres.

Cada estancia del edificio tiene su propia personalidad, pero todas tienen ese sello de grandiosidad de los caballeros: desde los suntuosos dormitorios y comedores hasta la increíble Sala de los Tapices. Ésta, totalmente forrada con tapices de elefantes, aves tropicales y largas palmeras, parece irreal, como salida del sueño de un viajero, y cuesta imaginarse que los políticos malteses la utilizasen durante una época como Cámara de Representantes.

Una prima lejana

Mallorca, además de estar vinculada a Malta por los hermanos Cotoner, también lo está por un pasado muy parecido en pobladores e invasiones y por un presente similar como destino turístico.

No hay que olvidar, además, que tanto una como otra formaban parte de la corona catalano-aragonesa, hasta que Carlos V cedió Malta a los caballeros de la Orden de San Juan. Es como si esta ínsula fuera una prima lejana de la nuestra, con cosas en común ­­-como los muros de ´pedra en sec´ que delimitan los campos- pero con carácteres diferentes.

Con sus 312 kilómetros cuadrados de extensión, Malta se perfila en el Mediterráneo, junto a las islas de Gozo y Comino, como un país ecléctico, con reminiscencias descaradas de los árabes, un gran legado fenicio y una destacada influencia inglesa, hebrea e italiana, entre otras muchas.

El idioma maltés ­- que es oficial junto al inglés- es el más claro ejemplo de esta mezcolanza; un lenguaje que a primeras suena incomprensible, a excepción de algunas palabras que, curiosamente, suenan igual que en mallorquín, como por ejemplo "llençol".

Hablando y observando a las gentes que llenan los campos y calles de Malta, con ritmos de vida y costumbres formales (herencia inglesa), pero a la vez despreocupados, es fácil ver que el carácter se asemeja al mallorquín, con ese espíritu tranquilo por el que se bautizó Mallorca como "isla la de la calma". A pesar de todo, se notan algunas diferencias, como en el importante papel que juega la religión en la vida maltesa.

Al pasear por esta isla de convulsa historia, se ve que en varios aspectos Mallorca ha experimentado una modernización más rápida gracias al turismo, pero viendo cómo poco a poco están restaurando su legado histórico, cómo están preparando sus infraestructuras y cómo se están formando sus jóvenes, no es difícil aventurar que tardarán poco en convertirse en un destino de lo más atractivo para el mercado turístico general.

De momento, Malta ha encontrado su filón en el inglés, ya que es el lugar elegido por miles de europeos cada año para estudiar el idioma por la buena calidad de sus academias y por sus precios más competitivos, pero los que visitan la isla se dan cuenta enseguida que allí duerme un enorme potencial.