El mejor resumen del XII Congreso lo da Mariano Rajoy, quien demuestra por qué es presidente estatal del Partido Popular: "Rosa Estarás es presidenta regional del PP porque ha recibido el mayor número de votos de los compromisarios de Balears." Sigan ustedes buscándole otros sentidos a esa oración, digna de la China maoísta. Allí el cónclave se hubiera denominado "el Congreso de la Armonía Infinita". Joan Huguet lo llamó aquí el "Congreso de la Unidad y la Concordia", aunque éstas sólo afectaran a los dos expresidentes del PP y de Balears que, por vez primera en mucho tiempo, se sentaban juntos: Gabriel Cañellas y Cristòfol Soler compartieron calor sofocante y patio de butacas -aunque sin mirarse ni de reojo- para escuchar a sus sucesores al frente del Partido. Claro que tal vez Huguet propusiera ese nombre pensando en el camposanto en que quedó convertida la sala tras la aparición del candidato rechazado, Carlos Delgado. Iba a escribir "el candidato desaprobado", pero esta consideración alcanza por igual a Estarás. Un dato para los memoriosos: en 1999, Alexandre Forcades le robó un 13% de los votos a Jaume Matas, pero sin hacer campaña alguna, a diferencia del alcalde calvianer.

Lo decía el ex conseller Antoni Rami: las ponencias de la mañana son sólo arreglos florales para el debate de candidatos. Vamos a ello. Delgado sólo habla el inglés un poco mejor que el mallorquín, razón por la que su discurso en esta lengua fue casi tan incomprensible como su castellano cuado el micro inalámbrico se le apagó. Pero en sus palabras se oyó la única referencia pública a Matas, ya más nombrado en esta crónica que en el congreso. No recibió muchos abucheos por ello.

No siente el alcalde gran aprecio por el profesorado, de quien presupone el carné del PSM y la filiación a STEI. La noticia no hace gracia al nuevo secretario general del PP, Guillem Estarellas, que se apresura a declarar: "Soy del PP". El secretario general del PSM, Biel Barceló, y el del STEI, Biel Caldentey, se lamentarán, luego, desde la columna de invitados, de que el anticatalanista alcalde no esté en lo cierto.

Estarás se presenta como candidata moderada, pero al parecer detesta a Demócrito y a Epicuro: "No seáis tibios", recomienda. Y grita: "¡El PP es mi familia!", señalando a Delgado. De hecho, ahí acaba el discurso de la presidenta, a la que algunos votarán para que no se sienta tan desconsolada.

"Si os encontráis con alguien de Madrid, decidles que somos una tierra extraña", le recomienda Cañellas a Estarás ante Rajoy, y añade que él no ha ido a darle su "apoyo responsable", como Aznar al presidente. Éste, por su parte, dedica más tiempo a interpretar y elogiar el aplaudido discurso de Cañellas que a Delgado, a quien saluda a desgana. Más claro es el vicesecretario territorial, Javier Arenas, para quien la ropa sucia debe lavarse en casa. Delgado se siente aludido: sabe que la frase va por él. Y una larga ovación del público demuestra que el andaluz ha encontrado al menos una clave de la derrota del alcalde. Menos interesante resulta el parlamento de la secretaria general, María Dolores Cospedal, que trata de comparar al PP con el cuerpo humano, órgano a órgano. Renuncio a saber quién cumple las funciones de evacuación, igual que a encontrar un dirigente que escuche tres palabras seguidas de la intervención de Rajoy. Las que todos han seguido atentamente son las del ex secretario general balear. A José María Rodríguez se le quiebra la voz y casi llora de emoción cuando se despide de su cargo, loado por todos. Estarás lo repesca como vocal. En cambio, Kike Martí se enfada porque nadie le ha telefoneado siquiera para decirle que deja el cargo en el que ha parado dos de cuatro goles, como disciplinario del PP. "¿Alguien sabe qué cargo me han dado?", pregunta Jaume Font, a quien han confundido repetidamente con Joan Font, para su enfado.

Los socialistas no han venido, liados en su propio congreso; pero UM no falta a la cita, aunque Delgado ha advertido que no bajará los pantalones ante ellos. O quizás por ello la delegación de Miquel Nadal sigue los discursos, a ver si cae algo. Y cerramos con Rajoy: sugiere que el PP debe ser como otro Nadal -Rafa-, que al parecer "nos hace felices sin pedir nada a cambio".