Con puntualidad británica, dos minutos antes de las 12.45 del mediodía, llegaban al centro de interpretación la ministra Elena Espinosa en compañía del president del Govern y del delegado del Gobierno. En la terraza de la instalación les esperaban soportando un sol de justicia una verdadera multitud de personas y autoridades que aplaudieron entre los flashes de los fotógrafos cuando descubrieron la placa que rezaba rimbombantemente que ayer, 1 de julio de 2008, quedaba inaugurado el centro de visitantes "ses Salines" del Parque Nacional Marítimo Terrestre del Archipiélago de Cabrera.

Inmensos llobarros y cautelosos meros nadaban sinuosamente entre salpas, sargos y llisas en la pecera principal que recibe al visitante que inicia su recorrido por el centro ajenos al bullicio y a los comentarios de la multitud de autoridades, periodistas e invitados que acompañaban a la comitiva principal.

Estaban todos. La presidenta del Consell, Francina Armengol, la consellera Mercé Amer, el conseller Grimalt, la alcaldesa Aina Calvo, la rectora Casas, Miquel Nadal y su inseparable Cristina Cerdó, el comandante general de Balears, Emilio Roldán, el jefe de Demarcación de Costas, Celestí Alomar, la directora general de Pesca, Patricia Arbona, y el alcalde de ses Salines, el socialista Sebastià Burguera, entre muchos otros invitados a una ampulosa inauguración que concluyó con un cóctel en la terraza del centro tras los consabidos discursos del director de Cabrera, Jorge Moreno, la ministra y el president.

Mucho calor por la aglomeración de gente que ni los vaporizadores de agua consiguieron aliviar. La anécdota la protagonizó el cocinero del parque nacional, Miguel Angel, que tuteó, acaparó la atención y agasajó con un cóctel de melón a Espinosa, a Antich y a la presidenta Armengol.