El penúltimo proyecto impulsado por el directivo Tomàs Cano ha durado menos de tres años. La solicitud de suspensión de pagos de la aerolínea Airclass Airways, con sede en la calle Olmos, se halla registrada en los juzgados de lo Mercantil de Palma.

Cano (Barcelona, 1950) es una figura que adquirió renombre en el sector de la aeronáutica en la década de los noventa. En su extenso currículum figuran una docena de compañías, muchas de ellas fallidas, en las que ha ocupado cargos de máxima responsabilidad.

La última propuesta se denomina Airclass. Este diario ha intentado sin éxito contactar con los responsables de la sociedad en Mallorca y Canarias, donde dispone de oficinas. La aerolínea nació como una firma de vuelos chárter y wet leasing (alquila sus aeronaves y la tripulación). Para esta andadura dispuso de una flota compuesta por dos aviones Boeing 737. Según ha podido saber este diario, sus aparatos han operado para otras líneas aéreas, como Salomon Island Airways, en Oceonía, y Binter, en las Islas Canarias.

Las expectativas iniciales de su creador eran enormes. En declaraciones a un diario tinerfeño, Tomás Cano, afirmaba en 2004: "Hay un hueco para una empresa de aviones reactores capaces de operar en los destinos europeos emergentes y apoyar las rutas interinsulares de Canarias".

Figura controvertida

Tomás Cano es un personaje tan conocido como polémico. Su primera incursión como alto directivo de una compañía aérea se produjo a mediados de los años 80, al ser designado director de la chárter Hispania. Su personalidad arrolladora y convincente le permitió acceder a inversores que le depositaron su confianza para arrancar un rosario de proyectos aeronáuticos. Algunos terminaron mal, como la sonada quiebra de Centennial, hace más de una década.

Tras convertirse en una figura popular en Hispania, recaló en Air Europa, donde ascendió hasta la dirección general de la empresa de Juan José Hidalgo. Más tarde ingresó en el Grupo Oasis, creado por Pedro Pueyo, y dirigió la compañía aérea del mismo nombre. Se marchó entonces de Mallorca, pero al igual que Hispania, Oasis también se vio abocada al cierre.

La gran apuesta

La gran aventura profesional de Cano se llamó Centennial, una compañía chárter que acumuló graves problemas de viabilidad. Tras su quiebra, Tomàs Cano se retiró temporalmente del mundo aeronáutico, al labrarse una imagen negativa por su pertenencia a equipos directivos de aerolíneas ruinosas.

Se trasladó a Canarias, donde consiguió trabajo de director de hotel. Más tarde, fue nombrado directivo de Air Madrid, otra compañía aérea de final infeliz. Sus irrupciones en el mundo de los aviones prosiguieron, y fue contratado en Mallorca como asesor de Regional Wings, una empresa que pretendía hacer vuelos interislas y cuyos accionistas procedían de la desaparecida ERA. La nueva etapa resultó efímera. La sociedad apenas si duró un mes.

Surgió entonces la idea de crear Airclass, empresa de la que es su apoderado, y los resultados nuevamente le han dejado en entredicho.