El doctor Miquel Fiol habla no tanto por la autoridad que le concede el brillante galardón para su estudio, como por la sabiduría y el sentido común de sus muchos años al pie del cañón. Fiol propone, desde el punto de vista del intensivista y de los servicios de urgencias, aprovechar los avances tecnológicos para salvar vidas. Una acción tan sencilla, con los actuales y versátiles sistemas de transmisión de datos, como el envío desde la ambulancia al hospital de un primer electrocardiograma hecho al infartado, permite ganar tiempo. Y cada minuto son años de vida arrebatados a la muerte.

Pero los protocolos defendidos por Fiol chocan con algunos puntos negros en las emergencias mallorquinas: la penuria en UVIS móviles y los crónicos desajustes y carencias de medios del transporte sanitario en general. El sector de ambulancias se ha movido, desde hace años, entre el negocio, la precariedad salarial del personal y un gran déficit en los vehículos.