"A mí una rodaja de chóped no me hace nada". Es media mañana y el hambre aprieta en la sala del macrojuicio del caso Kabul. El receso está a punto de concluir y se masca un incidente entre la Policía y los miembros del clan de La Paca. Juan Cortés Picazo, El Loco, hermano de la matriarca, se impacienta. Se tambalea en su silla. Sufre una grave enfermedad y asegura que el bocadillo de mortadela que le ha ofrecido la Policía para almorzar le ha sabido a poco. Necesita ingerir más alimento. "Con lo que tengo yo, una rodaja de chóped no me hace nada", insiste el hombre ante la sala. El presidente del tribunal Diego Gómez-Reino interviene: "¿El bocadillo no le llega, no?"

Momentos antes, el clan de Son Banya, con La Paca a la cabeza, ha aprovechado el descanso para comer su almuerzo dentro de la sala. La matriarca y su hija, La Guapi, con las esposas puestas, trocean el pan en su regazo, sentadas en el banquillo. Ante el nerviosismo y el hambre de Juan El Loco, varios allegados que están libres han decidido salir a la calle y comprarle un bocadillo "en condiciones". Cuando le van entregar el almuerzo, se desencadena una acalorada disputa ante la negativa de la Policía, que alega que el hombre ya ha comido su ración.

"Es un enfermo, por favor. No sean así", se lamenta una mujer. Los ánimos se caldean en cuestión de segundos. Varios familiares insisten y se quejan de la situación. Los agentes son un muro. No se doblegan. El magistrado pone paz de inmediato tras hablar con Juan El Loco, cuyo estómago apenas se ha asentado con las rodajas de chóped que ha ingerido: "Déle el bocadillo y que se lo coma". El juicio se reanuda, mientras el preso es conducido a una sala anexa para que almuerce tranquilo. A los pocos minutos, El Loco regresa a la vista oral ya más tranquilo.

La Guapi y El Ico protagonizaron ayer otro rifirrafe durante un receso y su tío El Moreno los apaciguó: "Que estamos aquí en el juicio, que no os enteráis". Luego, El Ico siguió refunfuñando. Cuando el tribunal le preguntó qué le ocurría, éste contestó: "Nada, señoría. Es que llevo cinco años preso y no tengo nada que ver con esto".

Durante la aparente calma en la que transcurrió la vista, dos acusados, entre ellos un hijo de La Paca, aparecieron en la sala a las diez y media de la mañana. El tribunal les impuso sendas multas de 200 euros por llegar tarde al juicio. Y aquí no acabó la cosa. En un control policial en el tercer piso del edificio de la EBAP, los agentes intervinieron a uno de los procesados una papelina de cocaína oculta en su calcetín. Le levantaron un acta por tenencia de drogas.