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Análisis

Otra vez viene de nalgas

Otra vez viene de nalgas

De nuevo, la noche electoral amenazó con prolongarse durante muchos días. El escenario está muy alejado del que anticipaban las encuestas, incapaces de atinar sobre todo con Podemos, cuyas expectativas vuelven a verse afectadas por una burbuja demoscópica que estalla al contacto con las urnas. Las variaciones son más significativas en lo político que en lo numérico, lo que hace difícil predecir qué Gobierno puede salir de las Cortes que se constituyan el 19 de julio.

El PP amplía su triunfo de diciembre a costa de Ciudadanos, el socio que le podría mantener al frente del país. Los 137 diputados populares más los 32 de Ciudadanos dejan a los populares a siete escaños de la mayoría absoluta. La diferencia es pequeña en lo numérico pero quizá resulte insalvable en lo político por la falta de entendimiento de los dos potenciales socios con los nacionalistas. Y como paso previo, Rivera tendría que aceptar que un Rajoy crecido por la notoria mejora de resultados, pero en el que persisten los lastres de estilo y gestión que el líder de Ciudadanos le viene afeando en estos meses, se mantenga al frente del Ejecutivo.

Al respiro de alivio de los socialistas, tras comprobar que conservan su condición de segunda fuerza y la cabeza de la izquierda, ha de seguir la constatación de que cinco diputados menos que en diciembre ahondan una derrota ya histórica, lo que exige medidas internas. El dilema socialista es dejar paso al PP o persistir en su empeño, hasta ahora frustrado, de aglutinar a una amplia mayoría de 188 diputados -lo que sumaría con Unidos Podemos y Ciudadanos- cuyo principal nexo de unión reside en el rechazo a la política del PP. En los próximos días sabremos si el desinflar de las expectativas de Podemos y el adelgazamiento electoral de Rivera sirven para que esos dos potenciales socios del PSOE venzan su tendencia al desencuentro insuperable.

Los coaligados en Unidos Podemos suman ahora los mismos 71 diputados que hace seis meses, dato que no refleja en absoluto el gran fracaso de su intento de sobrepasar al PSOE y liderar a la izquierda. Ése fue el objetivo de la estrategia que llevó a Pablo Iglesias a apurar la repetición de elecciones. El resultado es visible: un reforzamiento del PP y una pérdida de peso de las fuerzas que podrían convertirse en alternativa a su Gobierno. El 26-J es el punto de inflexión de Podemos: marca un techo electoral alcanzado a costa de intentar sumarlo todo, aunque rozara lo incompatible, y supone un revés para su incontestable líder, que entra en fase de crítica severa. Errejón, perdedor en la batalla interna, sale reforzado tras la constatación del pésimo efecto de la coalición con Izquierda Unida, a la que siempre fue contrario. Ciudadanos ha visto a la clientela que en diciembre le arrebató al PP volver a la casa madre. Una opción es dar por perdido ese flanco derecho y abrirse al resto del espectro; la otra posibilidad consiste en intentar recuperar desde dentro, desde una mayor proximidad al PP, ese espacio que fue suyo durante tan poco tiempo.

De nuevo la criatura viene de nalgas. Habrá que confiar en que esta vez haya alumbramiento.

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