Como si fuera el perfecto opositor: misma pregunta, idéntica respuesta, sin espacio para la improvisación ni las aventuras dialécticas. Mariano Rajoy repitió ayer en Mallorca las mismas palabras que hace seis meses, punto por punto. Del 20-D al 26-J, la isla genera al candidato a la presidencia del PP estímulos idénticos sin importar las veces que la recorra. Suerte que ayer al menos le cambiaron el escenario, el Parc de la Mar por el Port de Sóller, y también al candidato, Mateo Isern por Teresa Palmer. Y aquello generó a su alrededor un falso ambiente de novedad. Pero no parece que ese cambio del orden de las cosas le importara demasiado al líder del PP. Ayer como entonces, Rajoy empezó su discurso mostrando su apoyo incondicional al sector turístico. Y, acto seguido, criticó la nueva ecotasa del Govern de Francina Armengol. "No me gustan las ecotasas", dijo hace seis meses delante de la Seu. Ayer, en el Port de Sóller, manifestó que "los que suben los impuestos al sector turístico le hacen un flaco favor a la economía". Y después de esta concesión temática a Balears puso en marcha el argumentario popular, que en la recta final de la campaña es identificarse con la moderación y despreciar el "extremismo radical" de Podemos. Una espontánea le interrumpió en ese momento llamando al PP partido corrupto. Y Rajoy la confundió con el apuntador: "A esos extremistas radicales me refería".
