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Sobre ascuas

Qué se juega Francina en todo esto

Francina Armengol se ha tomado vacaciones durante la campaña de las generales, la laboriosidad nunca distinguió a los presidents socialistas. La secretaria general del PSOE ni siquiera se movilizó especialmente en las autonómicas de mayo, pese a que se jugaba el Consolat. Encontró huecos para el spa reparador, mientras sus competidores sudaban en la ruta electoral. Quién se atrevería a reprochárselo, dado el excelente rédito de la dosificación de esfuerzos preelectorales que obtuvo en las negociaciones postelectorales.

El absentismo, esperemos que no abstencionismo, de Armengol concuerda con una presidencia de baja intensidad. Relajada, gobierna como si viviera en el siglo XX. De hecho, sería la mejor consejera para los cuatro candidatos en minoría que pueden deparar hoy las elecciones. Cualquiera de ellos incrementará sus oportunidades de instalarse en La Moncloa, si aplica las recetas que transformaron en presidenta a una perdedora en caída libre.

La inhibición de Armengol no le impedirá pagar un precio por el recuento electoral. Los precedentes de un Govern de izquierdas enfrentado a unas generales, coinciden con la mayoría absoluta de Aznar en 2000 y con la segunda victoria de Zapatero en 2008, siempre con Antich en el Consolat. La presidenta ha colocado a sus candidatos a Congreso y Senado, sin someter la lista ni a un mínimo atisbo de renovación. En caso de que el PSOE no consolide un segundo escaño por Balears, las miradas se dirigirán al balcón presidencial.

Al margen del resultado local, Armengol también ha de rezar laicamente para que no se produzca un descalabro estatal de Pedro Sánchez. El PSOE ya no es lo que era, pero el Govern socialista reposa en el influjo ancestral de una marca. Sin la leyenda del partido único de la izquierda española, la presidenta no perdería el poder, pero sí los poderes. Con independencia del resultado de unas generales que tardará semanas en sustanciarse, se precipitará también el tópico de la legislatura. A saber, la entrada de Podemos en las instituciones autonómicas. En especial si alcanza hoy la mayoría de edad ante el PSOE.

Cuatro escasos diputados separan en el Parlament a Podemos del PSOE, que actúa a menudo con pretensiones hegemónicas. El Govern Armengol se basa en haber desbaratado la polarización que introducía el anterior president. Se ha aprovechado del mantra "no puede ser peor que Bauzá", para adoptar decisiones personalistas que hubiera envidiado su antecesor. Antonio Diéguez al frente del Consell Consultiu equivale a Antonio Gómez de director general de IB3. En el más puro estilo de Alfonso Guerra.

Pese a la enumeración con tintes dramáticos, no tengo claro que a Armengol le obsesione el reflujo del 20D. Ha alcanzado la cima en un momento en que había desplazado la política a un segundo lugar, porque su oportunidad perdida fue en 2007. Ha descubierto que la vida está en otra parte. Desde el desapego, está empeñada en disfrutar cada día en el Consolat como si fuera el último, y es posible que acabe por acertar.

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