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Sobre ascuas

Los candidatos luchan con el obispo

Los candidatos luchan con el obispo

Se halla usted en la sección política, que es la reina de un periódico a nueve días de unas generales apasionantes. Sin embargo, vamos a plantear una cuestión elemental. ¿Ha empezado a leer por estas páginas, o ha devorado antes toda la información sobre el obispo de Mallorca? Calle, prefiero no saber la respuesta. Si el destierro a un segundo plano es doloroso para los cronistas de la campaña, imagine la frustración de los candidatos.

La irrupción del obispo en la liza electoral era imprevisible, un cisne negro en la nomenclatura probabilística de Nassim Nicholas Taleb. Los candidatos mallorquines rebuscan en los argumentarios de sus partidos, pero el episcopado se había descolgado de la campaña. Por si no fuera suficiente la desidia del electorado en general, la desafección de los votantes propios o la lacerante subsidiariedad de Madrid, los futuros diputados de Balears han de competir además con un prelado.

Nos atrevemos a asegurar que ningún candidato disfruta de una vida interior tan ajetreada como el obispo. Sin embargo, todos estarían dispuestos a someterse al contorsionismo como mínimo emocional que ha desplegado el pastor de la diócesis en los últimos meses, con tal de obtener la atención mediática cosechada por monseñor. Aunque sea para bien.

La campaña necesita intervalos de escapismo, a menudo originados en los disparates de los candidatos. Sin embargo, el obispo ha funcionado por aplastamiento. Durante cuatro años, el candidato Isern y el olvidado Bauzá se disputaban el liderazgo de la apostura en los actos públicos. No podían imaginar que un prelado con la mitad de su talla era el verdadero galán hollywoodiense de la velada, captando más corazones que almas.

En Mallorca es muy fácil localizar hoy a un marciano. Es un señor de apariencia normal, casi insignificante, pero que te habla de los diputados que obtendrá Podemos en lugar de explayarse sobre los anillos de dama y los detectives que han demostrado que el obispado es cosa de dos. Los alienados no abundan. En mi experiencia, no he conocido a ninguno de estos depravados que preguntan antes por el tercer escaño del PP que por el multitasking episcopal.

Ocho candidatos locales serán remitidos a Madrid, desde donde nos recriminan que esto solo podía ocurrir en Mallorca. Se refieren al obispo, no a las elecciones. Podríamos ensayar una defensa patriótica, o apelar a los impredecibles cisnes negros. Será difícil que nos crean, en la isla obligada a sentar en el banquillo de la Audiencia a la hija del Rey, que ha visto al presidente del Govern en la cárcel, que mantiene en prisión a la sempiterna presidenta de Mallorca, que condenó a un concejal de Urbanismo de la capital por pagar en burdeles con fondos públicos, y que expulsó a un alto cargo policial que se dejó grabar por la Paca mientras le hacía proposiciones deshonestas. O que paga una policía local sobre la que pesan más presuntos delitos que los perseguidos por sus agentes en toda su historia. En un lugar así, un obispo siempre pasará por encima de unas elecciones.

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