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Sobre ascuas

El físico kantiano de Albert Rivera

El físico kantiano de Albert Rivera

Albert Rivera es el primer candidato kantiano. Sin saberlo, pero eso tiene remedio. En el debate con Pablo Iglesias en la universidad Carlos III, señaló a Kant como su filósofo de referencia, aunque presionado sobre el particular tuvo que reconocer que todavía no lo había leído. Recibió los latigazos de ordenanza en las redes sociales, injustos. La respuesta correcta señala que "es imposible ser occidental y no conocer al filósofo prusiano. Desde el preciso instante en que un libro ha pasado por mis manos, llevo dentro a Kant".

Cuando un candidato se remite a la filosofía, es porque tiene que hacerse perdonar su físico. Para compensar su albo aspecto angelical, Rivera propone apuntarse a una guerra contra Isis. Aquí comete errores más preocupantes. Con su aire de alumno aplicado, declara a publico.es que "hay 130 muertos encima de la mesa en Francia, tuvimos 193 muertos en Atocha y otros ciento y pico en Londres". Obviando la grosera expresión de "muertos encima de la mesa", la aportación de un dato con la exactitud de 193 obliga a recordar que en Madrid fueron asesinadas 191 personas, 192 si se contabiliza al geo Torronteras muerto días después. En cuanto a los "ciento y pico fallecidos" en 2005 en Londres, son 56 si se suma a los cuatro perpetradores, que no se contabilizan conjuntamente en otros casos. Dado que se demanda al candidato si hay que alistarse "¿Aunque mueran tropas españolas?", una operación militar construida sobre sus inexactitudes no tiene nada que envidiar a la guerra de Irak.

Rivera paga la alcabala por empeñarse en demostrar que su preparación corre pareja con sus músculos. Sin embargo, nadie va a dejar de votarle porque doble las cifras de muertos en un atentado, para excitar la beligerancia de su entorno. También viene corrigiendo su tentación izquierdista. Los encuestados por el CIS han desplazado a Ciudadanos al 6.4, en una escala de uno a diez. Se halla todavía lejos del 8.3 del PP, pero se aleja del centro que cautiva a los partidos. (Para desmentir las supuestas virtudes de esta obsesión centrípeta, las dos formaciones más centradas de España son UPD y PSOE. Buen provecho les haga).

No hay derechización de Rivera, sino el desnudamiento ideológico de un candidato que se despojó antes de su ropa que de sus contemplaciones. La frase más escuchada hoy de labios progresistas se alarma de que "Ciudadanos es más de derechas que el PP". Obligan a aclarar que Ciudadanos supone una bendición para la izquierda. Por primera vez desde la muerte de Franco, los conservadores se presentan fragmentados a unas elecciones. Se había insistido tanto en la fractura del PP por la derecha, casi una imposibilidad topográfica, que nadie vaticinó que la ruptura se produciría en la ribera opuesta.

Dado el físico y la química de Rivera, no puede descartarse hoy que acabe en La Moncloa. El partido de su propiedad aporta la glicerina dúctil, que los vigías de la pervivencia del sistema quieren fundir con los ácidos fuertes del PP. El resultado se llama nitroglicerina, altamente explosiva.

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