Desde el colapso del banco de inversión americano Lehman Brothers en setiembre del 2008 y la devastadora crisis financiera -luego económica- que se desencadenó, hemos asistido atónitos a la importante y creciente presencia de los bancos centrales en los mercados financieros. Y digo atónitos, porque lo que solía ser una intervención puntual de los bancos centrales como excepción se ha convertido en regla. El banco central de EEUU (Reserva Federal) ha intervenido en sus mercados durante casi 7 años continuados incrementando la base monetaria por un importe cercano al 25% de su PIB. Japón ya ha inyectado yenes en su economía que representan casi el 30% de su PIB, y subiendo.

Por su parte el Banco Central Europeo (BCE), aunque en enero ha disminuido su importe, continúa ampliando la base monetaria a razón de 30 mil millones de euros cada mes. Y claro, viendo estos tres ejemplos de fiesta monetaria, parece que con ello estas economías solo han podido tomar la senda del crecimiento. Y obviamente la recuperación, por ejemplo de la zona euro se debe en gran parte a este empujón monetario. A los denominados programas no convencionales de política monetaria como la expansión cuantitativa (QE). Sin embargo, como no se cansa de repetir el presidente del BCE, Mario Draghi, es un error dejarlo todo en manos de su política monetaria. Se necesita además desarrollar y mejorar otros dos aspectos cruciales que no son competencia del BCE: la política fiscal y la flexibilización de los diferentes mercados nacionales como, por ejemplo, el laboral o el de productos, competencia de los estados miembros de la zona euro (UEM).

Yo lo denomino ´El tridente de Draghi´, compuesto de la QE, la política fiscal y la flexibilización. En el frente de la política fiscal, a los países con presupuestos equilibrados o con superávit (caso de Alemania) Draghi les pide que ayuden a dinamizar la actividad económica de la zona euro con políticas fiscales expansivas -keynesianas. Y a aquellos países con déficits abultados en sus presupuestos (caso de España) Draghi les pide el esfuerzo de equilibrarlos. El problema radica en que hasta ahora ninguno de estos países han estado demasiado por la labor. Y en el frente de la flexibilización veamos el siguiente ejemplo para entenderlo. Un emprendedor en Reino Unido consigue financiación para arrancar un proyecto empresarial, pide el alta de la licencia para su actividad que consigue a los pocos días y empieza ya a vender y a pagar el préstamo. En España, o en Italia, la concesión de la licencia de actividad por parte de la las autoridades públicas competentes puede demorarse varios meses y por consiguiente también la entrada de recursos derivados de las ventas de la actividad. No así las cuotas del préstamo que hay que pagarlas a pesar de no tener aún ventas. Esto es lo que Draghi denuncia y pide a los estados miembros de la UEM que rectifiquen y mejoren.

Porque si las tres lanzas del Tridente funcionan de manera correcta y sincronizada acelerarían la mejora de la situación económico-financiera de las familias y empresas incrementando la actividad económica de la eurozona, generando una inflación saludable y en última instancia permitiendo al BCE retirar su intervención en los mercados.

En definitiva, harían bien estos estados en escuchar al bueno de Draghi, ya que con el cumplimiento de la totalidad del Tridente se conseguiría que el catalizador de la QE fuera mucho más efectivo para la aceleración de la actividad económica.

* Economista, socio de EtchicalSLM y director académico de ISEFI