El Bitcoin está en todas partes, como un nuevo Dios para enterados y frikis. Es el más vivo y activo exponente de lo que se ha dado en llamar "criptomonedas", es decir, monedas que incorporan un cifrado que las convierte en indestructibles -de momento, pues la computación cuántica sí podrá desencriptar un hash- y eso es muy importante para ellas pues tan solo existen en forma de apunte electrónico.

El Bitcoin, lejos de ser una moneda -pues apenas hay intercambio comercial con ella- es un activo financiero especulativo. Tal cual podría ser un derivado referenciado al precio del maíz de Iowa en 2019. El hecho de que no tenga un subyacente -no hay ningún respaldo físico a su valor- y el que no exista ningún control soberano sobre su cotización o su mera existencia es un problema añadido.

Un problema que a los buenos frikis les hace especial gracia pues han visto en el Bitcoin un instrumento a lo Robin Hood, capaz de combatir a la banca tradicional y a los bancos centrales con un sistema netamente independiente y ausente de controles. Pero, con ello, han permitido no solo que Bitcoin sea un instrumento financiero apto para soportar transacciones opacas y, obviamente, un recurso de alto valor para organizaciones criminales a nivel global, sino que han larvado la semilla de otro problema serio: es imposible probar la titularidad.

Porque el Bitcoin adolece de dos graves problemas derivados de su tecnología de partida: por una parte el proceso de minado -resolver el algoritmo que hace nuevas "monedas" - es altamente costoso en energía -si tienes una antminer no necesitas calefacción en invierno- y lento pero, además, el servidor líder de los monederos donde se guardan los Bitcoin -la versión tecnológica y virtual de banco- es muy sensible a los ciberdelincuentes; si se ataca el servidor líder, toda la red distribuida de confianza cae en manos de los malos, por explicarlo con facilidad. Y así tenemos que una buena parte del dinero se consume en energía eléctrica y que una "moneda indestructible" puede pasar fácilmente de unas manos legítimas a otras mediante piratería en un santiamén. En diciembre pasado NiceHash sufrió un ataque que costó 63 millones de dólares a sus clientes.

Tal vez por ello Warren Buffet acaba de declarar que ni está ni se le tiene que esperar en el entorno Bitcoin y que ve en ello una burbuja que no hay que preguntarse si estallará, sino cuándo.

*Presidente de la Asociación Balear de Corredores de Seguros