Mallorca tritura no, lo siguiente, su máximo histórico de turistas". Es el titular que me atrevo a proponer para dar continuidad a la saga que comenzó con el "Mallorca tritura su máximo histórico de turistas en temporada alta" que encabezaba una noticia publicada en este periódico el 1 de septiembre de 2016, en la que se analizaba el incremento en el número de turistas en la temporada alta del año pasado, un 9,5% sobre el año anterior, y un 24% en los últimos 5 años. Dado que este año las previsiones apuntan de nuevo a un aumento entre el 10 y el 15% creo que mi propuesta merece al menos ser considerada.

De estos turistas parece que al menos el 70% se habrían alojado en la "oferta reglada" por lo que el restante 30% habrá usado otro tipo de alojamiento. Escuchamos que el único modo en el que la isla esté asumiendo estos incrementos brutales en el número de visitantes es a través de los apartamentos vacacionales. Entre las distintas opiniones sobre el tema de los apartamentos vacacionales escuchamos que estos no son los culpables del aumento de visitantes, sino que son una ayuda a la desestacionalización y contribuyen a un mejor reparto de los beneficios del turismo entre la oferta complementaria y la hotelera.

Por otro lado, vemos que, si bien el número de turistas subió finalmente un 12% el año pasado, el gasto subió solo un 10%, lo que significa que el gasto por turista bajó en Mallorca. Las razones aducidas son o pueden ser variadas: ¿gastaron menos porque los hoteles fueron más baratos, porque los apartamentos cuestan menos o porque en lugar de pagar restaurantes se hacen la comida en casa?

Sinceramente a estas alturas yo no tengo claro a quien dar la razón, pero sí tengo claro que tenemos un problema: ante el tema de los apartamentos vacacionales necesitamos una regulación efectiva y realista. Tratar de prohibir sin más o someter la posibilidad del alquiler vacacional a la unanimidad de una comunidad de propietarios no va a llevar más que a mantener esta actividad en el ámbito de la economía sumergida, impidiendo conocer y medir donde estamos y hasta podemos llegar en número de turistas y, muy importante, donde queremos situarlos.

Hasta la fecha las normas reguladoras del alquiler vacacional se han limitado a prohibir sin más, y pareciendo aceptar la posición de esta actividad en la cúspide de los problemas de masificación, no atendiendo a la realidad económica y social subyacente y olvidando que buena parte de los edificios de apartamentos en zonas costeras se construyeron con la finalidad de ser arrendados por temporada.

El papel de nuestros legisladores es fundamental para Palma no continúe por la senda de la despoblación pero que al mismo tiempo se regule el alquiler vacacional en zonas que fueron concebidas para ello, acabando con la fractura social a la que nos está llevando el debate actual.

* Socio de Deloitte Legal