­La industria del automóvil en España, en general, goza de muy buena salud. De hecho, este sector tractor de la economía ha sido la punta de lanza de las exportaciones en numerosas autonomías, compitiendo con la industria agroalimentaria. Las magnitudes globales de la automoción en España no dejan lugar a dudas: aporta un 10 % del PIB, supone el 18 % de las exportaciones y un 9 % del empleo, permitiendo una recaudación de 26.000 millones de euros en todos los impuestos, según los datos de la patronal Anfac.

Unas instalaciones competitivas, combinadas con unos convenios colectivos que han permitido aquilatar los costes laborales y un importante desarrollo del sector logístico, han convertido a España en uno de los países europeos de referencia en la industria de la automoción, concretamente en el octavo productor mundial de vehículos. Uno de los datos que demuestran la apuesta de las multinacionales del motor por España son los más de 6.000 millones de euros de inversión comprometidos hasta 2020.

El año pasado, las 17 fábricas españolas, en las que están representadas todas las grandes marcas, produjeron 2.773.201 vehículos, un 13,7 % más que el año anterior.

Las tres joyas de la corona de la producción automovilística tienen nombre y apellidos. La factoría que Seat tiene en Martorell produjo el pasado año 477.000 vehículos, un 7,8% más que el año anterior. La fábrica que el grupo PSA -Peugeot y Citroën- tiene en Vigo es la segunda de mayor producción en España, tras haber construido 407.100 vehículos el pasado año, lo que supuso un aumento del 7,4 % con respecto a 2015. La factoría de Ford en Almussafes, Valencia, es la tercera en producción de vehículos en nuestro país. El pasado año salieron de la planta valenciana 388.434, un 38 % más que el año anterior.

De cara al segundo semestre, sin embargo, la situación no pinta tan bien. Varias instalaciones españolas han anunciado una reducción de la producción respecto a las expectativas de principios de año. Una bajada que obedece a la ralentización de las ventas tanto en el mercado interior, el español, como en el europeo. Seat, por ejemplo, anunciaba la supresión temporal del turno de noche en su planta de Barcelona sin suprimir plantilla. General Motors, por su parte, avisaba de un recorte de más de medio centenar de personas de su planta de Figueruelas, en Zaragoza, para afrontar la caída de ventas.

Apuesta por los motores

También la dirección de la factoría de Almussafes en Valencia afronta un recorte de la producción. La dirección ha acordado con los sindicatos reducir la jornada laboral los viernes por la tarde para sacar de las líneas 1.890 vehículos diarios, frente a los 2.250 previstos. Una reducción provocada también por la caída de la demanda de automóviles en Europa, uno de los mercados más potentes de la planta, que dedica el 96 % de su producto a la exportación.

A pesar de las turbulencias que se esperan este año, en la planta de Ford en Valencia tienen puestos los ojos en 2017, que consideran que puede ser un año muy positivo. Sobre todo en el apartado de motores. El próximo mes de diciembre, la multinacional del óvalo invertirá en su factoría de la ciudad del Turia 40 millones, que se incrementarán en 100 más el próximo año, con el objetivo de poner en marcha la nueva gama de motores.

La inversión de Ford sigue la línea de otras anunciadas por otros fabricantes en nuestro país. La más importante hasta el momento es la inyección de capital que la alemana Volkswagen insuflará a su fábrica de Navarra, donde invertirá 4.200 millones hasta 2020.

En mayo la francesa Renault anunció que invertirá en España más de 600 millones hasta 2020 y que ello supondrá incrementar las plantillas de sus fábricas en Palencia y Valladolid. Parte de esta inversión vendrá de la mano de la fabricación en nuestro país de un nuevo vehículo de la firma gala. Nissan, aliado de Renault en la comercialización de sus vehículos, también ha anunciado que invertirá 400 millones de euros a lo largo de los próximos años en sus instalaciones en España.