Si alguien me preguntara cómo se ha caracterizado el comportamiento de las empresas españolas en estos últimos años, sin lugar a dudas usaría tres sustantivos: diversificación, apertura y adaptación. El entorno ha cambiado y con él, las empresas, obligadas o no, han visto necesario un cambio de estrategia para continuar activos en el mercado, así como ganar cuotas de mercado. Ampliar su abanico de productos, acercarse a otros públicos objetivos o estar presente fuera de España son las decisiones más comunes. Pero, ¿es fácil salir al extranjero?

Vender nuestro producto en países foráneos no es una tarea sencilla, sobre todo, en el sector de la alimentación, pues debemos educar y mostrar a los consumidores extranjeros las cualidades de nuestro producto para que lo elijan en su cesta de la compra, frente a otro tipo de productos similares a los nuestros, ya sean locales o extranjeros. Este es el objetivo final, pero para poder alcanzar este hito, se necesitan invertir muchos esfuerzos y recursos anteriormente. Las empresas deben buscar un valor diferenciador en sus productos, encontrando y ofreciendo ese elemento que les identifica y les hace únicos si quieren hacerse un hueco en el mercado y además en la mente del consumidor, que es el que al final toma la decisión de compra. Dada la enorme dificultad que conlleva generar confianza en un mercado exterior, que conlleva altos niveles de inversión en tiempo y en recursos económicos, surgen entidades nacionales que agrupan a empresas del sector para convertirse en su compañero fiel para la exportación.

Los Consorcios, como agrupaciones voluntarias de empresas, ofrecen a sus miembros una oportunidad única de salir al exterior bajo una marca de referencia reconocible en los mercados, que transmite el valor diferencial del producto y que garantiza asimismo el origen español del producto. Pero con esta marca paraguas y sello de garantía, se transmite al cliente el compromiso por la calidad del producto, el cual, ha sido elaborado siguiendo unos patrones y cumpliendo unas estrictas normativas, adicionalmente ese producto tiene otros atributos adicionales que lo transforman en un producto único, productos únicos que nuestro país produce y que son referentes de nuestra gastronomía a nivel mundial es la mejor estrategia a seguir.

Una marca de calidad específica, que define y recoge el valor añadido de una categoría, se presenta como una herramienta útil y eficaz para ayudar a las empresas en esta labor comercial. Así, podemos encontrar muchos ejemplos, "marca España", "chorizo español", "jamón serrano español" o "aceite de oliva español"€ Términos conocidos en nuestro país y que ya son escuchados fueras de nuestras fronteras, pero no sólo eso, sino que son definiciones que ayudan a las empresas a competir con productos autóctonos.

De esta manera, si un consumidor de un país foráneo se acerca al supermercado y encuentra un producto denominado con alguno de estos términos, su mente crea un concepto que lo relaciona con un país, una cultura y una tradición. Primer paso cumplido. Ya hay un conocimiento y una relación entre producto y origen. Pero los consorcios deben dar una pisada más allá: recoger bajo esa marca toda la historia,los valores y el buen saber hacer unido a la calidad. Si conseguimos obtener un producto con una calidad real diferenciada, llegará un momento en el que el consumidor será consciente de ese valor, lo diferenciará del resto de productos disponibles en el mercado y estará dispuesto a pagar más por él. Y este es el resultado del esfuerzo y trabajo diario de expertos en educar y abrir mercados a nuestra gastronomía.

Pero para que los consorcios sean verdaderamente útiles y la marca paraguas que representa aporte unos atractivos retornos a sus empresas miembro, es muy importante que se estipulen los mecanismos internos de funcionamiento y por supuesto, un alto grado de compromiso por el proyecto. Si adicionalmente, a través del consorcio, podemos poner en común experiencias de otras empresas miembro para optimizar los recursos que dispongamos para impulsar nuestra marca paraguas, estaremos generando un proyecto que será una verdadera oportunidad para exportar y crecer. Estos son los ingredientes fundamentales por los que en otros países europeos los consorcios funcionan de una manera muy eficaz y aportan una gran ventaja competitiva a sus empresas. Italia, con más de 400 consorcios, ha sabido impulsar su gastronomía y productos vinculados, posicionando sus productos como un concepto diferenciador, único y de alto valor añadido. En España, tenemos una largo camino por recorrer y una gran oportunidad para poder aplicar el conocimiento de otras experiencias italianas así como de casos españoles y en consecuencia, impulsar los consorcios como una herramienta de competitividad. Entonces, yo me pregunto, ¿ por qué no sumarse a estos proyectos de crecimiento empresarial?

*Director de marketing y promoción del Consorcio del Jamón Serrano Español