Wearables, Internet de las cosas o terminales smart son palabras que se están incorporando poco a poco al vocabulario habitual y condicionan decisiones del día a día de los usuarios. Pensamientos como "¿qué me pongo hoy?", "voy a ver el tiempo" o "a ver cuántas calorías quemé ayer" aparecen continuamente en las mentes de los usuarios de equipos interconectados.

Los dispositivos se han convertido en una necesidad vital que mejora los hábitos de vida más comunes. Un fenómeno tan simple como era "ir a correr" ya ha sobrepasado el sencillo objetivo de hacer deporte para convertirse en todo un proceso de múltiples conexiones. Un amante de la conectividad de las cosas llevará su smartphone equipado con una aplicación móvil que medirá la distancia recorrida y el promedio de tiempo que ha realizado deporte, un reloj inteligente que supervisará las pulsaciones y el control de los pasos dados.

Para realizar todo este proceso es necesario contar con un sistema de ciber seguridad que proteja toda la información que se ha recopilado y almacenado en internet. La cantidad de datos que se facilitan desde un único dispositivo mediante una aplicación es inmensa. Los usuarios no son conscientes de que esta información no se mantiene protegida en el smartphone o en el reloj, sino que se transmite a todos los dispositivos conectados a través de la misma aplicación. El año pasado diversos estudios concluyeron que un 70% de los dispositivos más comunes dotados del sistema de conectividad del internet de las cosas tiene debilidades significativas en su sistema de seguridad.

Los usuarios de estos objetos con internet de las cosas que piensan que toda la información está a salvo porque ellos gestionan sus aparatos con cuidado nunca estarán completamente seguros. Los dispositivos conectados son mucho más fáciles de hackear de lo que se piensa ya que aproximadamente, un 50% de las aplicaciones de dispositivitos móviles no encriptan sus comunicaciones.

*Director de desarrollo de negocio de Always On