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Análisis

El héroe rebelde republicano

El senador John McCain, recién operado de un tumor cerebral, planta cara a Trump y frustra su último intento de derogar el ´Obamacare´

Dieciséis millones. Es el número de ciudadanos estadounidenses que, según los cálculos del Congreso de Estados Unidos, se habrían quedado sin cobertura sanitaria de haberse derogado la ley de Protección al Paciente y Cuidado de Salud Asequible, más conocida como Obamacare.

Tres inesperados votos republicanos en el Senado frustraron las aspiraciones de Donald Trump, que comprobó cómo un viejo veterano del partido, John McCain, había aguardado en silencio el momento de tumbar uno de sus mayores compromisos y golpear a su antagónico compañero de filas donde más le podía doler.

John McCain, senador por Arizona, acudió el pasado 28 de julio al Capitolio recién operado de un tumor cerebral. Ante un Senado enmudecido, este político conocido desde hace décadas por su férreo carácter no se mordió la lengua en su alegato contra la infructífera lucha partidista en la que, con demasiada frecuencia, se enzarzan republicanos y demócratas. "Hemos estado perdiendo el tiempo en asuntos importantes porque insistimos en querer ganar sin buscar la ayuda del que está al otro lado del pasillo. No estamos logrando nada", declaró un senador que siempre concibió la política como el necesario acuerdo entre republicanos y demócratas para las grandes cuestiones nacionales, como es el caso del sistema de salud.

Héroe y veterano de la guerra de Vietnam, el avión del piloto de la Marina de EE UU, John McCain, fue derribado durante una misión de bombardeo en Vietnam del Norte en 1967. Fue capturado y torturado en Hanoi Hilton, uno de los peores campos de concentración vietnamitas, donde permaneció cinco largos años. A McCain se le ofreció la libertad cuando sus captores descubrieron que era hijo de un almirante que, al año siguiente, fue nombrado comandante de todas las fuerzas estadounidenses en Vietnam. Sin embargo, McCain rechazó esta oferta. "Nuestro código decía que sólo podíamos ir a casa en el orden en el que habíamos sido capturados y había otros hombres antes que yo", explicó décadas después, afirmando que lo hizo consciente de que este rechazo le acarrearía más y peores torturas.

Así se forjó la leyenda de un político visto por muchos como el último vestigio de integridad, honor, excelencia moral, patriotismo, honestidad, franqueza y carácter que permanece en el cada vez más populista escenario político del país, donde los productos televisivos han demostrado su capacidad real de alcanzar la Casa Blanca.

Conocido como el "héroe rebelde", este icono de la política norteamericana, célebre por su temperamento y sus salidas de tono, debutó como diputado en 1983, y ese mismo año se opuso con gran vehemencia y sorprendente desfachatez a su presidente, Ronald Reagan, por pedir la autorización al Congreso para mantener a los marines desplegados en el Líbano un año y medio más.

Durante la etapa de Bill Clinton, al que consideraba un presidente flojo y dubitativo en su política exterior, fue firme defensor de las intervenciones militares terrestres que Clinton siempre evitó en casos como la matanza serbia de Racak (Kosovo) en 1999, algo que McCain consideraba "indefendible" y que le hizo ganarse la fama de "adicto a la guerra". Fama que acrecentó durante su apoyo a las invasiones de Irak y Afganistán tras el 11S, cuya única crítica fue que se habían enviado pocas tropas.

No tuvo suerte, sin embargo, en sus dos intentos de ganar la Casa Blanca. Primero, en las primarias del 2000 contra George W. Bush, cuando su propio partido libró una guerra sucia con la divulgación de numerosas insidias contra él. Después, frente a Obama en el 2008, cuando perdió las elecciones sin haber podido quitarse la etiqueta de líder "belicista" que habría estado en Irak "cien años" si hubiera sido necesario, tal y como había dicho.

Sin embargo, este patriota de endemoniado carácter, con la cicatriz de su reciente intervención quirúrgica bien visible sobre el ojo izquierdo, volvió a plantarse ante el Senado de EE UU para impartir, esta vez, una auténtica lección de civismo. Sin ser partidario del Obamacare, tumbó su desmantelamiento por las formas en las que se pretendía llevar a cabo: unilateralmente, a puerta cerrada, sin acuerdo y sin audiencias. Recordó a los allí presentes que "dedicarse a impedir que tus oponentes políticos cumplan sus metas no es el trabajo más inspirador" y unió su voto y el de otras dos senadoras republicanas a la minoría demócrata en el Senado para echar por tierra la victoria legislativa con la que soñaba el actual inquilino de la Casa Blanca. "Era lo correcto", explicó el senador.

No cabe duda de que Trump, que llegó a menospreciar a McCain sosteniendo que "se le consideró héroe de guerra sólo porque fue capturado" y que, personalmente, él prefería "a los que no se dejaban capturar", lamentó y mucho haber arremetido contra este veterano, curtido tanto en la guerra como en la política norteamericana.

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