Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Tribuna

Coches que se salen del carril

Los motivos de la escala de tensión en el sector del taxi

El taxista "x" iba más o menos tranquilo por su carril. La tarifa regulada le liberaba de la competencia en precios con sus iguales y le daba para vivir; tributaba sin angustia a Hacienda con las ventajas del sistema de "módulos" y, llegada la jubilación, el traspaso de la licencia era como liquidar un plan de pensiones que le reportaba 150.000 euros (en el caso de una gran ciudad).

Hasta ese momento, pongamos el año 2009, la competencia que suponían los llamados VTC (vehículos de transporte con conductor) estaba tasada. Una antigua ley limitaba el número de estos coches (alquilados para desplazamientos como ir al aeropuerto y que no pueden recoger viajeros en paradas, al contrario que los taxistas), de modo que en cada comunidad podía haber como mucho uno de esos coches por cada treinta taxis. El conductor "y" de uno de estos VTC también iba de aquella por su propio carril, trabajaba por lo común para una empresa local y convivía, no sin alguna fricción puntual, con el taxista "x".

A partir de 2009 llegó el cambio climático en el sector. La combinación de una ley aprobada por el Gobierno del PSOE y de la interpretación que de ella hicieron los tribunales abrió paso a un aumento de la densidad de los VTC. Grandes plataformas (Uber y Cabify, adornadas con los oropeles de la economía colaborativa) aprovecharon esa brecha legal y, apoyados en el uso de las nuevas tecnologías, ganaron mercado con precios a menudo más competitivos que las tarifas del taxi. Que el Gobierno del PP reformara la legislación a partir de 2013 para restablecer el límite uno/treinta (claramente superado ya en lugares como Madrid) no detuvo en realidad la aparición de más licencias VTC. Sigue en aumento gracias a que Uber y Cabify han encontrado una fisura legal para que los tribunales les permitan desbloquear centenares de autorizaciones. Hay hasta tres mil pendientes del Supremo.

Así que el taxista "x", con sus ingresos amenazados y su "fondo de pensiones" devaluado -la eclosión de los permisos VTC ha depreciado el comercio de licencias de taxi- se ha salido de su carril, se ha apuntado a las asociaciones más belicosas del sector y se ha puesto en huelga y en guerra contra el conductor "y" del VTC. Éste tiene últimamente una existencia riesgosa: en las doce horas que trabaja cada día para una gran empresa (a cambio de un salario de ETT) abundan los encontronazos con taxistas, y se le vienen con frecuencia a la cabeza las imágenes de aquellos coches ardiendo en Sevilla.

El taxista "x" y el conductor "y" circulan ahora un frente al otro, a rebufo el primero de la regulación y el segundo, de la liberalización y de la economía de bajo coste. Para evitar que alguien se estrelle quizá lo más juicioso sea lo que sugiere un sector de dirigentes del taxi ajeno la última protesta: exigir que la ley se cumpla, pero también hacer que los taxistas se unan para competir con su propia plataforma y para afrontar otros desafíos que vienen. Dicen que el coche sin conductor asoma a la vuelta de la esquina.

Compartir el artículo

stats