-Antes de la crisis, el Gobierno aseguraba que España estaba entre las ocho mayores economías del mundo. Aquella ensoñación se vino abajo con la recesión. ¿En qué situación estamos ahora?
-La verdad es que ni siquiera estábamos entre las ocho economías más boyantes del mundo. Lo que Rafael Doménech y yo señalamos en nuestro libro es que España lleva muchos años sin converger hacia la renta per cápita de los países más avanzados del mundo. Se fue acercando hasta los años ochenta a esos países y desde entonces ha dejado de hacerlo. Tenemos la misma distancia que hace tres décadas. Hemos progresado, pero ellos también y el acercamiento se truncó. Ahora estamos incluso peor porque la crisis ha agravado la situación. En 2007, la renta per capita española era la misma que tenía EE UU en 1987. Ahora estamos como ellos hace treinta años. Nos hemos retrasado diez años.
-¿Qué se debió hacer antes de la crisis para evitar el derrumbe?
-Habría que haber evitado las bases de aquel tipo de crecimiento de las últimas décadas, que siempre se produjo a través de la demanda interna y, por tanto, con mucho endeudamiento. En los últimos años, con tipos muy bajos, el endeudamiento fue a más. Todo ello añadido a una baja productividad. No hemos crecido por la oferta, sino por la demanda. Cuando no se puede pedir prestado dinero, nuestra demanda se desploma y no somos capaces de ganar mercados exteriores para elevar la producción, por la baja productividad.
-¿Se ha aprovechado la crisis para poner las bases de un cambio de modelo de crecimiento o solo ha habido parches?
-Ha habido parches en la buena dirección pero no se han hecho reformas en profundidad. En las reformas laborales no se ha tocado el sistema de contratación, que prima la temporalidad y la precariedad en lugar de buscar un sistema más moderno, como el de los países que no han destruido tanto empleo. Es cierto que la negociación colectiva se ha hecho más flexible para que se moderen los salarios, algo que cuando la economía crezca también debe reflejarse en la respuesta positiva de los salarios en las empresas más dinámicas. Pero si se hubieran moderado antes los salarios, tal vez la crisis no habría sido tan dura, porque no se habría despedido a tanta gente. No se ha hecho gran cosa para favorecer el crecimiento empresarial y las empresas siguen siendo muy pequeñas. Se han corregido algunos excesos en el sector público, pero no ha habido una reestructuración clara. La reforma fiscal se ha quedado a medias. Cuestiones tan importantes como el capital humano insuficiente (la educación) o las instituciones económicas muy deficientes y que funcionan al hilo del poder no se han cambiado de forma sustancial.
-¿Es sólida la recuperación económica?
-La recuperación está basada en una ganancia de competitividad por los salarios moderados y el empleo precario. Esto es necesario para salir de la crisis, pero lo que no puede ser es la base de un crecimiento permanente. Si no hacemos algo más, nos veremos abocados a una recuperación que dará lugar a una economía como la que ya teníamos, pero con la dificultad añadida de que no podremos endeudarnos como antes."Habría que haber evitado las bases del crecimiento a través de la demanda interna"
-¿Vamos a ser capaces de poner la bases de un crecimiento más solido?
-No lo sabemos. El crecimiento es fuerte, pero incierto y no llega a todos. Nadie puede decir que mañana no haya una crisis de los emergentes que nos afecte. Un país se protege bien con gran productividad y siendo muy flexible, como Alemania. Mientras que nosotros, en aquellos años del inicio de la crisis, destruíamos empleo y nuestros salarios crecían, allí fue lo contrario. Alemania respondió a la crisis con ajustes temporales de rentas y eso permitió mantener el empleo y recuperarse antes. El tipo de empresas que tenemos también influye. Además, las nuestras están muy endeudadas. La salida al exterior de muchas de ellas debe ser un hábito, la norma, y no la excepción.
-¿Qué hay que hacer ahora que nos dirigimos a una nueva legislatura?
-La única manera posible del cambio de modelo productivo es haciendo una serie de grandes reformas a través de pactos de Estado. Estas reformas no surtirán efecto de la noche a la mañana, por eso su aplicación es más urgente. En el mercado laboral, en la educación, por una judicatura que responda contra la corrupción, por unos reguladores realmente independientes. Si no hacemos esto, volvemos a lo mismo que había antes. El capital humano es uno de los principales condicionantes del crecimiento económico. Hay que hacer una reforma laboral que abarque no solamente la modernización de la contratación sino también la reforma de las políticas activas y pasivas de empleo. En el sector productivo falta que las empresas crezcan. Son menos productivas que otras de otros países, porque son pequeñas. Eso requiere medidas fiscales, laborales y judiciales para generar los incentivos para que se hagan más grandes. Muchas no quieren crecer para evitar inspecciones o unas condiciones laborales más exigentes o rendir cuentas si salen al mercado de valores. Y es preciso reforzar la unidad de mercado en España, en lugar de poner trabas regionales"Durante la crisis se han puesto parches en la buena dirección, pero no se han hecho reformas profundas"
-¿Será posible generar empleo suficiente para dar trabajo a tanto parado?
-Para eso hace falta que la economía española crezca al ritmo que lo hace ahora durante muchos años. Además, debe hacerlo sin el recurso al endeudamiento exterior. Por eso hay que ser audaces en los cambios. Cuando se habla de abolir reformas y volver a lo de antes, me parece un error garrafal, porque ya sabemos qué hay ahí. Si no se está de acuerdo con esas reformas, hay que avanzar, mejorarlas, ver lo que han hecho otros países e ir en esa dirección, no volver a lo de antes, que se ha demostrado fallido.
