Los ciudadanos helenos experimentan estos días el frío que hace fuera de la zona euro, por muy insoportable que sea su ama de llaves, fuera de la Unión Económica y Monetaria Europea se vive muy mal; al menos con una economía como la de Grecia y con la deuda que soportan sus espaldas.

Resulta extraño que la normativa relacionada con la unión monetaria del euro no recoja los pasos a seguir que tiene que tomar un país para salir de la zona. Un error inexplicable o una situación buscada: no permitir la vuelta atrás de ningún país.

Salir de la unión económica sí que está previsto, volviendo a imponer restricciones aduaneras y retomar las riendas de la política económica. El último paso de esta integración, que es la unión monetaria (que debería conllevar también una integración de las políticas fiscales que Europa tiene solo de forma tácita), en cambio, legislativamente solo tiene una dirección.

Está claro que las leyes se cambian, si bien algo tan importante como la expulsión de un país del euro debería contar con mayorías muy cualificadas. Pero ya sabemos que Europa se construye (y destruye) a golpe de acontecimientos.

Para intentar describir cómo sale un país de la Unión Monetaria Europea, nos podemos ayudar del último Premio Wolfson de Economía, concedido a un equipo de Capital Economics dirigido por Roger Bootle. El artículo premiado describe el mejor proceso que debería seguir un estado miembro para salir de la zona euro.

¿Cómo salir del euro?

En el artículo “Abandonar el euro: una guía práctica nos cuentan los autores que el país debería cambiar de divisa justo cuando anunciase su salida de la unión monetaria. Si realmente los negociadores griegos contemplasen esta posibilidad, ya se estaría preparando el nuevo Dracma y su incorporación rápida a la economía. La paridad de la nueva moneda, según este estudio, se marcaría 1 a 1 (1 dracma equivaldría a un euro), si bien la cotización caería (en el caso de Grecia se habla de una depreciación del 50% o mayor) en los días posteriores.

Durante un tiempo, los euros seguirían usándose como forma de pago, si bien los fondos en los bancos de los clientes se convertirían forzosamente a la nueva divisa (Dracma o como le quisieran llamar).

Los problemas para Grecia vienen de las medidas que se deberían tomar en materia económica:

1.- Control de la inflación por parte de un organismo independiente.

2.- Medidas fiscales severas.

3.- Reformas estructurales para mejorar la competencia en los mercados de productos y en el mercado laboral. Desindexación de los salarios respecto a la inflación (y traducido al lenguaje económico supone pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores).

4.- El país debería volver a negociar sus deudas, denominadas en euros. Según los autores, se debería negociar una reducción de la deuda que la pusiera al 60% del PIB. No hace falta añadir los problemas de negociar fuera del euro, si dentro son enormes.

5.- Un banco central propio que inyecte liquidez al sistema.

Si analizamos las medidas a tomar, no se diferencian mucho de las que la “anteriormente conocida como Troika” trata de imponer a Grecia, con la diferencia que deberían aplicarse en un escenario económico de quiebra de los bancos nacionales y del propio estado heleno. En cuanto a los ciudadanos, verían empobrecer de forma muy importante su situación.

Pedir al pueblo heleno que vote ‘Sí’ o ‘No’ al rescate puede servir como medida de presión, sin duda alguna. Pero considero que no es un acto tan democrático como se pretende vender. Los ciudadanos se verían forzados a votar algo que ni los expertos podemos conocer con exactitud. Salir del Euro no es un acto de patriotismo, es votar por un escenario económico tenebroso.

Veamos los acontecimientos de estos próximos días; considero que fuera del Euro, Grecia pasará demasiado frío. Y el “hogar europeo” demostrará una falta de hospitalidad que lo podría acabar destrozando.

Pau A. Montserrat es director editorial de iAhorro.com