El presidente de Apple, Tim Cook, ha salido recientemente al paso de las acusaciones que implican a la compañía en enormes trucos fiscales para evadir 74.000 millones de dólares en impuestos entre 2009 y 2012, según la investigación del Congreso de EE UU, al declarar que paga tributos "por todas las cosas que vendemos y pagamos cada dólar que debemos". Sin caer en cantidades tan astronómicas ni redes sofisticadas que incluyan paraísos fiscales en el extranjero, oficinas sin empleados o declaraciones juradas fantasmas en países con beneficios impositivos, la llamada ingeniería financiera entre empresas españolas también figura a la orden del día, sobre todo en este último mes del año, cuando las sociedades intentan rebajar su factura fiscal. El problema es que no siempre se ajustan a compromisos de responsabilidad corporativa y códigos de buenas prácticas que deberían guiar a cualquier firma.

Alterar los precios de transferencias en los intercambios de bienes o servicios, así como buscar deducciones por la internacionalización de las empresas son prácticas habituales entre lsa empresas para burlar controles de la Agencia Tributaria. Se calcula que las principales fortunas españolas y grandes firmas evaden al fisco unos 42.000 millones de euros anuales; esto es, un 72% del total del fraude en España, lo que además supone triplicar el realizado por pymes y autónomos, según el último informe de Lucha Contra el Fraude Fiscal en la Agencia Tributaria elaborado por los Técnicos del Ministerio de Hacienda (Gestha). En concreto, estos colectivos últimos sumaron un delito tributario que ronda los 16.000 millones por ejercicio.

¿Cómo lo consiguen? Un caso típico para ocultar beneficios es el de una industria que instala su matriz en otro país. Aquella mercantil fabrica productos y vende esos bienes a su filial española a un precio muy elevado. De este modo, los resultados obtenidos en España serán mínimos a costa de engrosar ganancias en el país de origen -con mejor trato fiscal, por ejemplo Irlanda- donde esos beneficios tributan a tipos impositivos inferiores.

Canalizar ventas a través de internet o endeudarse ficticiamente son también prácticas habituales en algunas empresas para ahorrarse costes fiscales y rebajar sus aportaciones a Hacienda. El comercio electrónico permite domiciliar sociedades fuera del país, donde poco puede hacer Hacienda para seguir el rastro de las transacciones a través de Internet.

Más del 60% del comercio mundial se realiza entre empresas pertenecientes a un mismo grupo, lo que evidencia la importancia que tiene este concepto para las autoridades fiscales de los distintos países. Según el técnico en gestión de la Agencia Tributaria Salvador Faura, los precios de las transferencias entre grandes empresas españolas y sus filiales "son aprovechados en muchas ocasiones para evadir impuestos".

Pactar los precios

Cuentan los expertos que los precios de los bienes o servicios son pactados por sociedades mercantiles pertenecientes a un mismo grupo de dirección y decisión empresarial. De este modo consiguen, a través de la fijación de dichos precios, la transferencia de beneficios e incluso pérdidas de unas empresas a otras que pueden encontrarse legalmente en países distintos. Estos precios de transferencia suponen una manipulación de los valores reales de mercado, con claro perjuicio en la fiscalidad de la operación correspondiente que sea objeto de gravamen en el Impuesto sobre Sociedades. De aquí ha derivado, entre otros, el problema de Cemex; que además, está dinamitando los cimientos de la Inspección de Hacienda.

"La responsabilidad social y la participación de las grandes empresas en el esfuerzo fiscal colectivo para superar la crisis económica debería ser mayor que en la actualidad", advierte el secretario general de Gestha, José María Mollinedo. En este sentido, el responsable de los Técnicos de Hacienda recordó recientemente que aunque el tipo general del Impuesto de Sociedades es del 30% para las grandes empresas y del 25% para las pymes, el tipo efectivo es finalmente inferior para las compañías de mayor tamaño.

Según los últimos datos disponibles sobre el impuesto que grava los beneficios empresariales, las microempresas que facturaron entre 6.000 y 60.000 euros tributaron a un tipo efectivo del 23,9%, mientras que las empresas que ingresaron entre 6 y 12 millones de euros lo hicieron al 21,2%, dos puntos y medio menos.

Gestha calcula que las corporaciones empresariales que facturaron más de 180 millones tributaron al 19,5 %, es decir cuatro puntos y medio puntos menos que que las microempresas. A la vista de la situación, el colectivo insta a la Agencia Tributaria a realizar un "mayor esfuerzo" para detectar y combatir posibles irregularidades entre las grandes compañías. "Desde hace muchos años se ha puesto la lupa sobre las rentas del trabajo, de los autónomos y de las microempresas en lugar de perseguir las grandes bolsas de fraude", lamenta Gestha.